Guía para padres - El backstage del bullying

¿Es el niño débil la víctima del abusador? ¿O son ambos víctimas de familias que no se han dado cuenta de su responsabilidad en la vida de sus hijos?

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2013-07-11 | 15:59
Tags | bullying, abuso, maltrato, niños, padres, infancia, crianza, educación, sociedad, paternidad
"Es muy importante estar atento y abierto a ver pequeñas señales que nos puedan dar luces de que el niño está viviendo algunas de estas realidades"

El maltrato escolar es un tema de moda. Es impresentable que hoy en día un colegio no se haga cargo del tema o que no posea un protocolo de bullying… y esto resulta comprensible con las 1526 denuncias que existen solo en lo que va del año.

Este lamentable fenómeno se suele analizar desde el punto de vista de la condena del matón y la compasión hacia de la víctima. Pero se ha dejado de lado una arista importante, el rol y responsabilidad que tienen los padres detrás de esos niños y la sociedad en la que vivimos.

El bullying es un fenómeno complejo que no tiene una única causa ni explicación. Sí se puede decir que responde a una realidad social y familiar. Por una parte, estamos insertos en una cultura competitiva y exigente, que estimula a buscar el propio valor a través del ganar, superar y ser mejor que los otros. Esto lleva a que muchos niños busquen validarse a sí mismos aplastando a quienes tienen al lado y recurren a la violencia ya que no encuentran otros medios para sobresalir. Este mismo exitismo lleva a que el niño más tímido, retraído o simplemente diferente, el que no calza con lo convencional, sea convertido en víctima sin que nos demos cuenta. Sólo tomamos conciencia del problema cuando al niño ya le han pegado o el acoso psicológico lo lleva a desarrollar algún tipo de síntoma.

Por otra parte, la familia de hoy está sumergida en una rutina que la consume, corriendo permanentemente para cumplir con una gran cantidad de exigencias y sin dejar tiempo para detenerse a ver cómo y en qué está cada uno de sus miembros. Muchos niños sometidos a esta realidad se sienten abandonados, poco contenidos y pueden adoptar el rol de matón para hacer ruido y llamar la atención de sus padres

Por otro lado, el que es víctima no encuentra en su familia un espacio lo suficientemente seguro para buscar la ayuda que necesita, ya que muchas veces no se atreve a decirlo o la familia le baja el perfil y no le toma el peso al sufrimiento del niño hasta que éste se hace insostenible y el problema ya está consolidado.

Dada esta realidad social y familiar, el rol más importante que nos cabe como padres es reflexionar sobre nuestra responsabilidad y cómo podemos actuar para prevenir que nuestros hijos se conviertan en el matón o la víctima del curso.

Cuatro claves para prevenir y controlar el bullying

1. Establecer un vínculo cercano y de confianza con el niño, que le brinde seguridad y protección. Para lograr esto es necesario que el niño sea atendido en sus necesidades, tanto físicas como emocionales, desde muy pequeño, de manera que vaya comprendiendo que sus padres estarán siempre disponibles y que no desvalorizarán sus emociones, pensamientos, preocupaciones o problemas. El niño debe sentirse validado por sus padres para poder contarle el día de mañana alguna situación en la que se sienta vulnerable. 

2. Establecer dentro de la familia una dinámica de buen trato dentro del matrimonio y hacia los hijos. También estimular que los hermanos se traten entre ellos con respeto. Definir qué estrategias validamos como familia para resolver los problemas: ¿los golpes? ¿gritos? ¿descalificaciones? ¿o promovemos el diálogo y respeto hacia los distintos puntos de vista?. Es fundamental predicar con el ejemplo. 

3. Estimular y enseñar de forma consciente el desarrollo de habilidades socio-emocionales, entre ellas:

  • Estrategias constructivas para relacionarse con pares, como por ejemplo, pedir que me dejen jugar en vez de imponerme o quedarme esperando a que me inviten; saber compartir y pedir; enseñarle juegos que le permitan relacionarse positivamente con otros.
  • Respeto por el otro, tolerancia, valorar la diferencia sin verla como una amenaza.
  • Desarrollo de la empatía, que pueda tomar conciencia de cómo afecta a los otros con su propia conducta.  Para esto es necesario que el niño sienta que los adultos han empatizado también con sus propias necesidades.
  • Capacidad de poner límites y defenderse, enseñarle a hacerlo de manera constructiva, mostrarle que es válido que pueda plantear sus necesidades, no dejarse pasar a llevar, que debe hacerse respetar y valer, etc.
  • Manejo de las emociones, especialmente la rabia y agresión. Mostrar al niño que muchas veces es legítimo enojarse y tener rabia, pero nada de eso justifica el mal trato hacia otras personas.

4. No cerrar los ojos frente a las posibles dificultades. Como padres, no es fácil aceptar que el propio hijo sea víctima o matón. Sin embargo, es muy importante estar atento y abierto a ver pequeñas señales que nos puedan dar luces de que el niño está viviendo algunas de estas realidades. Y si nos vemos sobrepasados o sentimos que no contamos con las herramientas necesarias, tenemos que saber pedir ayuda a un profesional. 

La mejor herramienta que tenemos para combatir el maltrato que se está dando a nivel de escolares, es construir dinámicas de buen trato desde el hogar, de manera de dotar al niño con las herramientas para hacer frente a las relaciones interpersonales. Y asumir como padres la responsabilidad de las conductas que nuestros hijos tienen.