Imagen: César Mejías

Las mejores maneras de sacar de quicio a un fanático del fútbol

El fútbol es de culto y tocar el espacio sagrado de los más fanáticos puede ser altamente peligroso. ¿Qué actitudes hacen que en futbolero explote y te quiera quemar en una hoguera?

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2016-06-29 | 11:30
Tags | fútbol, hinchas, fanáticos, partido, selección, Chile, campeonato, Copa Centenario

La fiebre futbolera se vivió como nunca el fin de semana pasado. No era para menos, hasta yo que aún creo que Iván Zamorano juega en la Selección y extraño a Frank Lobos, me contagié. Cada penal lo vi abrazada a mi almohada con músculos tensos que sólo este partido me hizo darme cuenta que existían.

No todos vemos los partidos de la misma manera. Algunos no lo conciben sin un asado (pregúntenle al Intendente Orrego si tienen dudas) o no podrían hacerlo sin amigos. Habemos otros que preferimos sufrir en silencio con nuestra familia nuclear acompañados de un picoteo rico y ojalá con el cabrerío durmiendo. Porque hay una edad en que, seamos sinceros, los niños no aportan a la concentración y uno termina dándoles de comer anilina si es necesario para poder ver los partidos en paz. Y eso que esto lo escribe alguien que está lejos de ser una fanática.

Entonces, ¿cómo será para alguien que realmente vibra con esta pasión? ¿Qué actitudes pueden sacarlo/a de quicio? En mi timeline de twitter hay vario/as que exudan fútbol y fui a preguntarles a ellos (incluidas mujeres para que no me acusen de machista) que los ENERVA mientras ven un partido:

1. Programar actividades el día de un partido importante (aunque sea 5 horas antes)

Para alguien que ama el fútbol, que se case la cuñada, sea la primera comunión del ahijado o haya una junta del segundo básico el día de un partido importante, es un verdadero DRAMA. Quien está en una situación romántica con un hincha, sabe que probablemente tendrá que recurrir a la mentira piadosa en una primera etapa y a la resignación total después, para justificar a su media naranja por la ausencia. Porque el fanático de profesión organiza su tiempo según el partido y ese gran evento deportivo es el eje que manda para decidir si ir a algo o no. Porque no es sólo ver 90 minutos y ya. Acá hay una previa sicológica que incluye ciertos rituales y preparación que un hincha real vive al pie de la letra. Peor es si tu pareja es quien organiza la actividad porque ahí ya hablamos de crisis real. Para el hincha ese día NO HAY NADA más importante y probablemente uno le puede decir que está esperando cuatrillizos y el otro no será capaz de registrarlo. Porque ese día solo hay una prioridad: EL FAMOSO PARTIDO.

2. Las preguntas o comentarios idiotas

Acá hay unanimidad. ¿Para donde hay que correr? ¿Qué pasa si empatan? ¿Qué es un tiro de esquina? ¿Quiénes son los de blanco? ¿Quién es ese guapetón? (Es Messi) o cometarios del tipo “Se pasaron las calugas de Alexis”, “Para que se estresan si son malos e igual van a perder”, “No puedo creer que un país se paralice por 11 pelotudos corriendo detrás de una pelota” o lo que es aún peor, salirse absolutamente del tema y partir con preguntas del tipo, “¿Voy al supermercado, que falta?”, "Encuentro que mi mamá anda como bajoneada ¿la has notado rara?", o "Mi amor necesito que arregles la ventana que está mala porfa”. El fanático/a piensa: “La ventana lleva 1 semana mala y JUSTO HAY que arreglarla en la hora del clásico” y si ya quieres el cataclismo total y verdaderamente ansías que te pateen recurre al “Quiero conversar contigo acerca de lo que pasó ayer”. Un hincha verdadero puede llegar a convertirse un asesino en serie frente a tamaña provocación.

3. Cruzarse frente a la TV

Este punto no necesita más explicación. Hasta a mi me pone mal genio.

4. La efervescencia "whatsappera"

Según una de mis entrevistadas hasta ese grupo de whatsapp que parece estar más silencioso que Dávalos y Jadue juntos, se activa para un partido. Y eso la enoja mucho. Porque aunque lo tenga sin las notificaciones, el sólo hecho que anuncien el gol (cuando todo Chile ya lo sabe) o que manden cadenas de banderas chilenas eternas, es como un sacrilegio para ese retiro espiritual que vive el hincha. Y si bien los whatsapp sólo los lee cuando el encuentro ya ha terminado (tienen 456 mensajes), la ira es mayor si su equipo perdió.

5. Los que se creen DT

Me reí fuerte con esta queja. Porque por Dios que es verdad. No falta el que opina (muchas veces sin cachar realmente nada) sobre cada una de las decisiones del técnico. Cuando les digo cada una es realmente CADA UNA. “Se equivocó poniendo a Juanito ahí”, “Pero cómo se le ocurre hacer eso”, “ ¡Este gallo no cacha na'!”. Ahí es cuando te dan ganas de mirar al DT del PlayStation 4 y decirle: “¿Por qué no soltai' la piscola y te vas a entrenar tú a un equipo?”. Es bien fácil criticar con los Cheetos en la boca, enterrado en un sillón y haciendo hora para prender el carbón. Comparto esta ira de la hinchada. Mi solidaridad para con ustedes.

Bonus Track (sólo para hinchas ultra expertos)

Este punto me lo relató la persona más colocolina que existe y conozco en el mundo (se ganó un premio por tener una especie de santuario dedicado al club albo). Abro comillas: “En el caso del fútbol nacional, los que somos colocolinos JAMÁS podríamos ver el clásico universitario con un chuncho. JAMÁS. O sea ahí armamos un asado entre colocolinos y en general cuando un partido es importante tampoco se ven con hinchas de otros equipos.” Cierro comillas y abro la discusión:

¿Qué opinan queridos lectores? ¿A ustedes también los saca de quicio estas actitudes?

Mis agradecimientos especiales para los HINCHAS (con mayúsculas): Rodrigo Vicuña (@rodvicuna), José Ignacio Flores (@JoseIgnacio), Katy Becker (@katybecker) Pocha Biggs (@PochaBiggs), Mariana Larraín (@mlarrain) y Juan Pablo Biggs (@joaobiggs).