Hoy mientras manejaba y pimponeaba ideas con mi editora acerca del tema de la columna de esta semana se me prendió la ampolleta, que a esta altura del partido está bastante quemada, y pensé en aquellas modas que hemos tenido los chilenos y que cuando uno mira para atrás se hace la pregunta: ¿CÓMO PUDIMOS?
Y no sólo hablo de "moda" respecto a la manera de vestirnos o de qué color nos teñimos el pelo. También pienso en modos de gozar, íconos que elegimos y formas de mirar la vida que nos hicieron en algún minuto pensar que Cari en verdad quería algo con Edmundo en “Amor Ciego”. Todos caímos rendidos a esa moda y nos compramos una historia de amor más mula que viaje de concejal al extranjero.
Y bueno al final la pipol es la que más sabe. Me puse a pedir ayuda en mis grupos de wasap y los amigos twitteros. Y aquí algunos de sus aportes de lo que ellos consideraron las modas más freaks o espantosas por las que hemos pasado los chilenos:
Esto fue una gran tristeza personal porque confieso que no los considero TAN espantosos y además es una moda que está en su máximo esplendor cual bota blanca con flecos en los ochenta. Mátenme por haber tenido la tentación de mirar con atractivo una de reojo. La mayoría de los encuestados sostiene que son inspirados en Frankenstein, horripilantes y que las mujeres parecemos muñequitas Bratz (esas si son más feas que yo a los 15 años). Igual es raro porque en mi Instagram este tipo de zapato la rompe y me entró la duda si estaré siguiendo a la gente equivocada.
Ya en el área de "calzado", no puedo dejar de dar una mención honrosa a la “chala bota”, que despierta tantas pasiones como las AFPs y al delineador tipo Kenita que se usó sin límites a partir del año 2000.
Corría el año 2007 y las tribus urbanas comenzaron a ser un verdadero boom. Se hacían concursos en la tele, en el desparecido Mekano más de alguna de sus estrellas pertenecía a una, los fotologs crecían más que las investigaciones a los políticos y nadie quedó indiferente frente a los pokemones (revivido como Ave Fénix en la actualidad), los Emo, los Otaku (me imagino un roll de sushi), los Góticos o los Frikis entre otros. Fue una moda avasalladora.
Lo más divertido es que detrás de lo que se creía una filosofía no había mucho contenido, porque hoy varios de esos jóvenes andan con el buen gel en el pelo a lo lengüeteado de vaca, las mujeres con aro de perla, visos rubios y zapatitos reina. ¿Qué será de Hardcorito? ¡Oh, wait! Es candidato a concejal.
¡Subi suuubi, subi, duép! Cuando los mencionaron como "mala moda" entre que me reí fuerte y me sentí ofendida. Esta familia es como un placer culpable que encuentro desleal negar. Desde 1989 estuve enamorada de Memito, llegué a encontrar galán al Compadre Moncho, intenté verme como la Paolita (lo digo con la frente en alto) y a ratos quise que la Hildita fuera mi “Güeli”. Pero varios dijeron que fue una moda freak y nos hacen un poco de bullying a los que disfrutamos varios de los 3.000 episodios que transmitieron. 3.000 episodios… ¡háganse esa po, fanáticos de Game of Thrones! Soy team "Los Venegas" hasta la muerte.
Sería bien ombliguista pensar que esto es sólo parte de la idiosincrasia chilena. Pero asumamos que nos gusta la coreografía guiada antes del trencito (¿han visto algo más intimidante que una persona que nunca has visto en tu vida te tome de la cintura, en mi caso más cercana al perímetro de un calefón, como si nada?).
Pero pasado el misterioso ritual de trencito vamos bailando con el Macarena, Meneaito, Gangam Style, Aserejé (gran crítica social en la letra), Mayonesa, los 1, 2, 3 de El Símbolo, Chuchucas y toda la amplia gama del axé. La cuestión grupal nos gusta y aunque nos hagamos los cools, que levante la mano el que NUNCA ha caído en esta espantosa moda en un matrimonio.
Este ítem también tuvo varias menciones. El tener que demostrar hasta la marca del calzón con el que andamos puesto levantó varias críticas. Onda: “Amigo le juro que me operé la miopía y no es necesario que ponga Benetton en Arial 98 en la parte delantera de su polerón para que lo vea”. Como si llevar esa marcas nos hiciera mejores personas, más inteligentes o virtuosos. Creo que en la mayoría de los casos sólo nos transforma en personas más endeudadas. Porque la zapatilla de moda pasa, pero amigo créame, la CUOTA QUEDA.
Esto sí me suena que es bien chilenito. Tal vez porque lo he visto con mis propios ojos y de personas que incluso tiene haaartas erres en los apellidos. Estás sentada en un hotel, sea fino o piola da lo mismo. La cosa es que el desayuno viene incluido y por ende el compatriota ve ahí una oportunidad. Lo ves comerse su pancito, su cereal y café. Lo raro es que al poco rato el amigo chilenos se va con tres sándwich, dos yogurts, 4 frutas, los sachet con manjar y varios sobres de edulcorantes sólo porque son “gratis”. Esta finísima moda no ha dejado de estar vigente y es más, creo que al igual que el jeans, tiene larga vida.
Estas son sólo algunas de esas “modas” que muchos sienten que nos caracterizan. Cuestionadas, objeto de burla, muchas de ellas vergonzosas y renegadas, pero nuestras al fin y al cabo.