¿Te molesta cuando alguien dice que es mala una película que te entretuvo? ¿Has visto defender con pasión películas aburridísimas porque tocan temáticas trascendentales? Y si cada uno puede opinar lo que quiera, ¿hasta qué punto vale la pena hacer una crítica de una película?
La competencia de calidad podría no terminar nunca entre una película taquillera popcorn gringa que todos disfrutamos, versus una rusa, muy profunda, que nadie vio ni quiere ver. Y la razón es que estamos hablando, a mi parecer, en dimensiones distintas. Porque no es lo mismo que te guste una película y que ésta sea buena.
A la hora de evaluar una obra narrativa (película, obra de teatro, cómic, libro o película) existen muchas varas con las cuales las podemos medir, pero estas varas no sólo cambian según cuán estrictos seamos, también varían según dónde pongamos nuestro énfasis. Si a eso le sumamos que los gustos son relativos, absolutamente personales, entonces ¿tiene algún sentido criticar una película o incluso decir si te gustó?
Para entender por qué pueden existir perspectivas tan distintas a la hora de evaluar la calidad de una obra, y para entender el sentido de una buena crítica, hay que tener en cuenta que existen al menos tres dimensiones distintas para analizar una obra narrativa.
Probablemente esta es la más natural, pero al mismo tiempo la más polémica. En este ámbito no hay forma de discutir, los gustos son los gustos y no necesitan justificación. Entonces ¿por qué peleamos tanto? Porque solemos (tratar de) utilizar nuestros gustos personales como argumentos que justifiquen la calidad de una obra.
Decir que una película es buena porque te gustó es confundir los conceptos. ¿Quién decide entonces qué es bueno y qué es malo? Eso lo veremos en el siguiente punto. Lo que tenemos que entender es que nos puede gustar la comida rápida, pero no por eso tenemos que esperar que un experto culinario acepte nuestra idea de que esa comida es “buena”. Basta con reemplazar la frase por “me gustó” y ya nadie podrá discutirte nada. Tu mejor defensa será el que sobre gustos, no hay nada escrito.
En este ámbito existen diferentes visiones, pero al mismo tiempo existen grandes concensos. Si alguien dice que Hitchcock o Kubrik apestan, inmediatamente interpretaremos que hay una gran cuota de ignorancia en su comentario ¿Por qué? Porque estos directores hicieron un aporte claro a la industria que nadie con un conocimiento mediano podría negar. Por supuesto, encontraremos a criticos más snobs que despreciarán todo lo que salga de Hollywood y otros más pop que preferirán la entretención sobre la densidad, pero a pesar de la variedad de visiones, existen criterios bastante claros para evaluar una cinta: calidad de la dirección, el guión, las actuaciones, el ritmo, la edición, la consistencia, etc. En esta segunda dimensión es común encontrar enormes diferencias entre las visiones, pero para poder argumentar con solidez hay que ser capaz de ver e intentar separar lo que consideramos calidad de los gustos personales.
Ahora, cuando tienes un grupo que ama esa película, a pesar de lo que dice la crítica, entonces se le llama película de nicho (que a su vez puede tener una crítica de nicho propia). Cuando tienes una película que es de amplio gusto pero que no le gusta a la crítica, entonces son consideradas películas de “entretención” o “masivas”. Para mí, las mejores películas son las que conquistan la masividad, la crítica e incluso los nichos.
Esta es probablemente la dimensión más ignorada, pero que muchas veces se hace presente en las discuciones cotidianas sobre cine. ¿Qué pasa si te muestro una película de excelente factura que muestra que los nazis tenían razón, que eran unos verdaderos héroes? O ¿por qué en Chile las películas con contenido político nunca son del gusto de todos?
Porque no sólo importa la calidad de una historia, también importa lo que estás diciendo en esa historia. Una película puede ser una obra maestra, pero si su discurso va en contra de mi forma de pensar: o me hace cambiar de parecer o voy a estar en desacuerdo. Y al revés, muchas veces he visto amigos (y probablemente yo mismo lo he hecho) defendiendo bodrios cinematográficos o latas insufribles solo porque el mensaje de la historia los representa.
Los críticos se han convertido en el enemigo, tanto de los cineastas como de los espectadores. Muchos los ven como una especie de verdugos que destruyen todo aquello que no aprueban y ensalzan sólo las películas que los hacen parecer cultos e inteligentes. No creo que siempre sea así, creo que, al menos en Chile, existen buenos críticos, aunque no todos lo sean. Pero ¿cómo saber si un crítico es bueno? Mi visión personal es que la crítica de cine (y otras artes narrativas) debiera servir para dos cosas:
En primer lugar, debiera darte una idea de si tienes que ir a ver o no una película. Es decir, la labor de un crítico es, sin contar la cinta, ayudar a la correcta decisión del espectador a la hora de ir al cine, sin importar cuales sean sus gustos.
En segundo lugar, es la de entregar al espectador nuevos conocimientos que le permitan disfrutar más a fondo las películas, y apreciar la obra desde una mejor perspectiva, ojalá, en toda su riqueza. Estoy seguro que si una crítica ayuda en al menos uno de estos dos aspectos, el espectador se sentirá agradecido del crítico, aunque su opinión no vaya en la línea de sus gustos.