Imagen: César Mejías

El abejorro "no puede" volar, pero lo hace igual. Esta es la razón y su lección

Recién el año 2005, la ciencia demostró que el abejorro sí podía volar. Pero, como ya sabemos, eso al abejorro nunca le importó mucho, y ya llevaba volando varios millones de años antes de eso. ¿Por qué fue un desafío para la ciencia? ¿Qué podemos aprender de esto?¡Averigüémoslo!

Por Alvaro Lopez B. | 2016-10-05 | 14:17
Tags | abejorro, aerodinámica, ciencia, insector, volar, límites, aprendizaje, posibilidades

No sé si lo han escuchado alguna vez pero acá va: “Según los expertos en aeronáutica, el abejorro no puede volar, por su peso, forma y el tamaño de sus alas. Pero eso el abejorro no lo sabe, y por eso, sigue volando”. A eso, se le llama el mito del abejorro. Y realmente complicó a la ciencia durante todo el siglo XX. ¿Puede realmente volar? ¿Qué pasa con ese pobre abejorro? ¿Cómo aplicar esto a nuestra vida cotidiana? La "verdad verdadera", está a medio camino entre la ciencia, la imaginación, y la realidad.

¿Qué significa que no puede volar?

Es evidente que el abejorro vuela, pero, ¿será cierto que “no debería volar” según las leyes de la aerodinámica? El mito del abejorro tiene una historia que arranca al menos desde 1934, cuando el entomólogo francés Antoine Magnan en su libro “El vuelo de los insectos”, cita los cálculos hechos por el ingeniero aeronáutico André Sainte-Lague, justamente sobre el vuelo de esos animalitos.

Sainte-Lague encontró que si aplicaba las mismas leyes usadas para los aviones en los insectos, pasaba lo siguiente: “el impulso máximo de elevación posible, producido por las alas de un avión tan pequeño como un abejorro, y viajando tan lento como una abeja, sería mucho menor al peso de la abeja”. En castellano para humanos, eso quiere decir que si nos imaginamos un avioncito tan chico como una abeja, moviéndose a "velocidad de abeja", las alas no podrían “empujar” hacia arriba el peso del bichito. Así que, como no se puede elevar, menos puede volar.

Pero eso es siguiendo las fórmulas aerodinámicas que describen el vuelo de un avión. Y resulta que un abejorro, no es para nada como un avión, por lo tanto, esas fórmulas no son aplicables. De partida, el avión tiene alas fijas. El abejorro, aletea. Y eso lo cambia todo. Un aleteo de 300 veces por segundo, no produce los mismos efectos que un ala fija. Eso los científicos lo tenían muy clarito. Y eso quiere decir, entonces, que el abejorro y todos esos bichitos alados, utilizan otros principios físicos para volar. ¿Cuáles? Los científicos no tenían idea.

Ciertamente era un poco humillante que con todo el avance científico, un insecto cotidiano, como una abeja o una mosca, desafiara el poder de la física y las matemáticas modernas. Así que durante más de 70 años, se intentó de todo: modelos a gran escala de las abejas (¡sí, como la estatua de Mazinger! Bueno, nunca tanto), diseño por computadora, robots que imitan a las abejas, etc. Pero la cuestión era elusiva. ¿Por qué tanto?

Porque las alas del abejorro se mueven de forma muy especial, trazando un óvalo y doblándose hacia adelante y atrás, lo que genera turbulencias microscópicas. Y resulta, que las turbulencias en fluidos (como el aire), es uno de los campos donde la ciencia menos sabe. No hay una teoría general sobre turbulencias, y en general, se admite que el conocimiento es muy escaso sobre el tema. Recién el 2005, tras varios años de investigación, el Dr. en Física Fernando Minotti, pudo modelar matemáticamente el vuelo del abejorro, utilizando física de fluidos. (aquí el paper). Entonces, sí, actualmente, la física puede explicar el vuelo del abejorro y demás insectos, pero recién tras 70 años de trabajosa investigación, y se terminó recurriendo a la física de fluidos y no a la aerodinámica para averiguar cómo ocurría.

Entonces, cuando en 1934 se dijo livianamente que los abejorros "no podían volar", fue porque se habló desde cierta ceguera. Cuando en el fondo, era un problema mucho más complejo, pues implicaba una mirada mucho más vasta sobre la realidad. Esto nos lleva al trasfondo del mito del abejorro.

Bellísimo video de abejorros volando en cámara lenta, con una pequeña introducción de 30 segundos. Warped Perception.

¿Qué podemos aprender de esto?

Este mito es uno de esos casos donde efectivamente hay un sustento empírico para el mensaje de fondo: no importa lo que digan los expertos, uno debe hacer lo que sabe hacer, y ser quien es, sin darle tanta importancia a las opiniones adversas o los rechazos. El abejorro "no sabe" (obviamente su autoconsciencia es mínima) de que es imperfecto para volar y eso lo lleva a ir más allá de sus límites aparentes, demostrando que si es posible elevarse en el aire.

Claro, el otro extremo es caer en el efecto Dunning-Kruger (creer que sabemos más de lo que realmente sabemos), pero si uno no le hace daño a nadie, y no se anda imponiendo sobre otros, es perfectamente válido intentarlo una y otra vez. Así es como se logran superar las limitaciones y les voy a dar algunos ejemplos de por qué esto es así.

Imaginen que son la hija número 20, de 22 hermanos, de un guardia de ferrocarril y una empleada doméstica. Que nacen prematuramente, y que a los cuatro años tienen neumonía doble y poliomielitis, por lo que la pierna izquierda queda torcida y paralizada. Les dicen que nunca volverán a caminar otra vez, y no les queda otra que utilizar un soporte de metal para desplazarse. Pero el sueño de sus vidas, es ser atleta. ¿Se resignarían ante estas condiciones adversas? Wilma Rudolph no lo hizo, y a los 12 años, logró caminar otra vez. ¿Y qué hizo entonces? Se puso a correr. En la primera carrera que participó, llegó última. En la siguiente, también. En todas las carreras que siguieron por dos años, llegó última. Se dedicó a jugar básquetbol y ahí fue cuando la descubre el entrenador Ed Temple, y teniendo mucha fe en ella la prepara como velocista. Poco a poco su rendimiento se eleva, tanto que es seleccionada para las olimpíadas, y a los 16 años gana su primera medalla de bronce (posta 4x100). A los 19, gana el oro en los Juegos Panamericanos. A los 20, gana la medalla de oro olímpica en los 100 y 200 metros planos, y en la posta 4x100. A los 21, rompe el récord mundial de los 100 metros planos, y es celebrada como “la mujer más rápida del mundo”. A los 22 años, en 1962, decide retirarse: ya lo ha conseguido todo.

O bien, imaginen que han vivido toda su vida en orfanatos, porque su mamá fue llevada a un hospital psiquiátrico del que nunca volverá. Para salir del orfanato, se ven obligados a casarse, el día después de cumplir 16 años. Luego abandonan el colegio. Como el matrimonio es falso, mueren de aburrimiento. Se dedican a trabajar en una fábrica de armas. Deciden que quieren modelar. Nadie les apoya, y todos creen que es una banalidad. De hecho, por eso el matrimonio se destruye. Van a la primera audición, y la encargada de la agencia, les dice “mejor dedícate a trabajar de secretaria, o cásate”. Es para desanimarse. Pues bien, en vez de hacer caso a esas opiniones negativas, y consciente de sus capacidades, Marilyn Monroe continuó en forma dedicada, y se volvió una estrella a nivel mundial.

Y hay muchos otros casos: Stephen King quemó su primera novela, la segunda no la pudo publicar jamás, y la tercera fue rechazada 30 veces, por lo que la botó. Su mujer la sacó literalmente del tarro de la basura, animó a King a que la reenviara, y bueno, la novela Carrie sí tuvo éxito al fin, como es evidente. Lo que viene después ya lo saben.

Historias hay muchas: Elvis Presley, Thomas Alva Edison, Michael Jordan, la lista es larga.

Charla TEDx: Héctor Flores, Cómo hacer que las cosas sucedan.

¿Qué tuvieron de especial todas estas personas? Su actitud. Se hicieron responsables de sus carreras, y fueron disciplinados. Se fijaron metas altas, y se comprometieron a alcanzarlas. Además, tenían la mente abierta para aprender de sus errores, y también de las personas y eventos negativos. Por lo tanto, en el rechazo, el fracaso, en la negativa, también hay algo positivo, si es que sabemos mantener una perspectiva adecuada.

El abejorro con su cuerpo "anti vuelo", aunque no lo sepa, es un ejemplo de superación de límites para nosotros. En vez de batir las alas como cualquier insecto, lo hace de una manera diferente y eso es lo que le permite volar. Su caso es una invitación a buscar caminos diferentes para lograr lo que queremos, aunque parezca que no es posible. Y no debemos olvidar que los seres humanos sí tenemos infinitas posibilidades, pero siempre y cuando se trabaje en forma seria, sistemática y constante para desarrollarlas.

¿Conocías el mito del abejorro? ¿Qué experiencia similar has tenido?