Hace unos días fui víctima de la “Ley de Murphy” en su máximo esplendor. Eso de “si algo puede salir mal, lo más probable es que salga mal” y eso de que los eventos desafortunados se producen en serie, me sucedió realmente en un período de tiempo de cuatro frenéticas y nerviosas horas. Tuve que correr más rápido que Erika Olivera (cuando en la vida real sólo al ponerme las zapatillas me canso), tomar decisiones claves en menos de 10 minutos, llorar aludiendo a mi condición de madre de cuatro niños y enfrentarme a un stress que hace muchos años no sentía y que ahora mirando con perspectiva creo que no tuve la claridad ni las herramientas para manejarlo. Tomé malas decisiones, me equivoqué en la elección de soluciones y en definitiva la adrenalina pudo más. Lo que me pasó está lejos de ser una catástrofe mundial o un drama de teleserie venezolana, fue un hecho doméstico que me hizo darme cuenta que con algo en lo que no me juego la vida, pero que sí me pone muy nerviosa, puedo ponerme la camisa de fuerza con mucha facilidad.
Que cuando necesitas plata de manera urgente, de los 10 cajeros sólo haya uno bueno, que la página web a la que TIENES acceder en menos de 2 minutos obviamente se caiga, que te pidan esa clave que obviamente nunca usas (y que solo es telefónica y no la misma de internet), que cuando vas a hacer un viaje largo en bus te toque justo al lado la guagua con bronquitis obstructiva, que un virus ataque tu computador justo cuando terminaste la tesis (que no habías respaldado), que el pan siempre caiga por el lado que tienen mantequilla al suelo, que el semáforo se eche a perder justo cuando vas atrasada y tienes que presentarle unos números al gerente general, y que te salga un espinilla- cráter en la cara EL día en que el tipo del que estás enamorada hace cinco años te invita a salir, son solo algunos ejemplos de cómo a veces la suerte no juega en nuestro equipo.
Todos algún día tendremos al menos un episodio de ese tipo. En donde la vista se nos nubla, transpiramos helado y creemos que realmente no hay solución para el problema que se nos pone por delante. Por eso, pregunté a algunos cómo manejaban una situación así… tensional y contra el tiempo.
Comer algo dulce, el respirar pausado, fumar, quejarse, garabatear al mundo, rezar, comerse las uñas, tomar flores de Bach o ravotril, fueron algunas de las respuestas de quienes empatizaron con mi shock post traumático. Porque claramente para el stress más “crónico” o duradero hay ciertas estrategias definidas para surfearlo, tales como el deporte, el cuidado del sueño, la alimentación o algún tratamiento sicológico entre otros, pero cuando la tensión es contra el reloj es tal vez mucho más difícil pensar con prudencia y no quedar como la histérica/el histérico del lugar. Aunque realmente eso seamos.
Dominique Karahanian, sicóloga y magister de la Universidad Mayor, entrega claves interesantes para abordar el tema. “El stress es una respuesta física de nuestro organismo frente a una tensión física o emocional. Para vivir, nosotros necesitamos episodios de stress, porque nos ayuda a evitar peligros o cumplir con una fecha límite por ejemplo, pero cuando esto se prolonga en el tiempo, sin duda esto puede dañar la salud”, explica.
- ¿Y qué hacemos cuando nos enfrentamos a una situación puntual en la que creemos que nuestro mundo va a dinamitar y realmente no sabemos qué hacer?
“Frente a situaciones límites recomiendo centrarse en el aquí y en el ahora. Detenerse, identificar lo que está sucediendo, respirar, esperar e idealmente poder compartir lo que internamente nos sucede con otro. Esos pensamientos que están alimentando nuestra preocupación y que la persona que nos acompaña cumpla el rol de un espejo y le aporte racionalidad a la situación que estamos protagonizando”.
Agrega que para ir superando los obstáculos, “otro aspecto fundamental es tener una planificación de las acciones, hacer una cosa a la vez. Porque cuando te sientes muy sobrepasado tiendes a confundir las prioridades y considerar que todo es igualmente importante”.
- ¿Y qué se hace cuando uno es el que acompaña a la persona que está peinando la muñeca?
Dominique señala que no es recomendable decirle “tranquila todo va a estar bien", porque no sirve de mucho para esos casos, por lo que es más importante acompañar y si es que vamos a hablar, dar soluciones concretas, que realmente sirvan.
Así es que ya sabemos. Poner las cosas en contexto, respirar, priorizar y ver los pros y contras de las decisiones que con tanta presión debemos tomar. Y cuando ya no hicimos eso y realmente caminamos tipo Linda Blair por las escaleras, si la experiencia lo amerita- porque algunas veces no es el caso- contarlo después a los amigos, reírnos de lo patéticos que fuimos y hacer de ese trauma una buena historia para compartir.