Imagen: César Mejías

Estas son 5 lecciones que nos deja la victoria de Trump

No sólo lo que haga Donald Trump como presidente tendrá consecuencias. El modo sorpresivo en que ganó, y las sorpresas de otras elecciones similares, también dejan importantes lecciones para todos nosotros.

Por Marco Canepa @mcanepa | 2016-11-10 | 11:56
Tags | elecciones, voto, Trump, Clinton, elecciones presidenciales, EE.UU., Estados Unidos, participación, lecciones

Antes de partir, permítanme tirarles un enorme y rotundo "¡SE LOS DIJE!". Aposté que Trump sería presidente la misma semana que anunció su candidatura el 2015 (¡Antonia, me debes 10 lucas!) y en esta otra columna, escrita hace 6 meses, expliqué la razón por la que ganaría.

Eso. Ahora que me lo saqué de mi sistema, procedo a compartir con ustedes las cinco principales lecciones que, creo, deja esta elección.

1. La emoción no se combate con razón, sino con otra emoción superior

Una y otra vez cometemos el mismo error. Alguien nos dice un prejuicio desde la rabia y la frustración, y nosotros intentamos convencerle de su error con datos y estadísticas (de hecho, casi todas mis columnas son un vano intento de corregir prejuicios con evidencia).

En política esto es doblemente cierto. Los movimientos sociales funcionan con un slogan breve, un par de nociones (por muy equivocadas que sean) fáciles de entender y que suenan verosímiles, y mucha, mucha rabia acumulada. Cuando políticos y especialistas salen a intentar frenarlos con complejos argumentos racionales y evidencia estadística, pierden por goleada. No es sólo que no les entiendan o no sean convincentes, simplemente no les quieren escuchar, o no les creen.

La candidatura de Trump, al igual que el Brexit y la victoria de los partidos extremos en Europa, hay que entenderla más como un movimiento social, que como una campaña política. No se alimentan del mismo combustible que la política tradicional, ni juegan en la misma cancha, con las mismas reglas.

Si uno quisiera "vencer" a estos movimientos/campañas, debe apelar a emociones superiores,no al intelecto. Allí donde los otros apelan al odio, uno debe apelar a la esperanza, debe inspirar. Allí donde el otro dice que todo va mal, tú tienes que salir a pintar un mundo donde todo estará bien (si te eligen). Lo importante es que debes hacerlo de manera tan emocionante y sencilla como tu oponente.

Y claro, Hillary no era la persona para hacerlo. Cuando lo intentaba, sonaba falsa y acartonada. De hecho, el mejor discurso de su campaña lo dio Michelle Obama (que seguro será la candidata demócrata después de la era Trump... si es que el mundo sigue existiendo para ese entonces).

2. En temas emocionales + voto voluntario, olviden las encuestas

Por enésima vez estos últimos años, las encuestas y predicciones previas a la votación fallaron groseramente. Esto ya va siendo un patrón.

No soy especialista en el tema, pero me parece evidente que hemos encontrado la frontera a partir de la cual las encuestas dejan de funcionar confiablemente. Y me parece que esa frontera es cuando se conjugan dos factores: voto voluntario + tema altamente emocional.

El primer factor afecta, evidentemente, porque cuando el voto es voluntario (como lo fue en los plebiscitos del Brexit, Colombia y en las elecciones chilenas y americanas), simplemente no sabes si la gente que encuestaste, realmente irá a votar el día de la elección, y así lo admiten los mismos encuestadores. Para intentar dilucidarlo, generalmente se les pregunta además: "¿irá a votar?", pero el problema es que la gente miente para no quedar mal. Para intentar distinguir a los mentirosos, también se les suele preguntar "¿votó en la elección anterior?", pero como veremos a continuación, la conducta anterior (en elecciones normales) no sirve para predecir este tipo de elecciones.

El segundo factor, tiene que ver con la diferencia entre los casos Brexit/Colombia/Trump, que tienen una alta carga emocional, versus las elecciones tradicionales entre candidatos aburridos y casi indiferenciables. En las elecciones tradicionales, la gente que vota es la que siempre ha votado, vota de una manera predecible (de acuerdo a afiliación partidaria y simpatía general hacia el candidato y postura respecto a uno o dos temas importantes); pero en temas altamente emocionales y sensibles para la población, esos parámetros se rompen. Va a votar gente que nunca había votado. Gente se cambia de bando. Las partes toman posturas que parecen francamente irracionales (como los inmigrantes y mujeres votando por Trump).

Me parece que cuando se conjugan estos dos factores, podemos simplemente olvidar las encuestas y asumir que, de no mediar una realmente extraordinaria contra-campaña, aquella postura de mayor carga emocional será la ganadora.

En todo caso, estoy seguro que los encuestadores irán encontrando la manera de tomar el pulso a estos temas y finalmente dar con la clave para volver a hacer pronósticos certeros. Pero falta un buen rato para que lo logren, parece.

3. No apostar por buena educación es peligroso

Siempre que escucho la frase "los poderosos mantienen a la gente ignorante para poder dominarla", me rasco la cabeza y me pregunto si quienes la dicen, han mirado la historia reciente del mundo.

Puede que cuando la mayoría de los habitantes de los países eran campesinos analfabetos preocupados de subsistir una semana más y votando lo que les ordenaba el patrón, eso fuera cierto. "Usted trabaje, de las cosas importantes nos preocupamos nosotros, ¿okey?". Allí la ignorancia era perfecta.

Pero eso ya no es así. Hoy todos sabemos leer. Todos tenemos derecho a votar. Toda la actividad política está ampliamente cubierta por los medios. Todos (casi) estamos todo el día online. La mayoría de las personas, por endeudadas que estén, no tienen el "morir de hambre" entre sus preocupaciones inmediatas. Así que ahora no hay peligro más grande para la política tradicional, que un público opinante, pero a la vez ignorante.

La gente bien informada, culta y que entiende de economía, de causas y efectos, de cómo están conectados los puntos en la sociedad, los balances de poder, de la gradualidad de los cambios, entiende que los problemas no tienen soluciones instantáneas y mágicas. Entienden que el "mal menor" o el candidato poco excitante, sigue siendo una opción decente para hacer avanzar el país.

Es la gente poco educada, poco reflexiva, la que cae más fácilmente en los cantos de sirena populistas del caudillo de turno, que promete soluciones instantáneas, vagas y mágicas. Que propone soluciones absurdas, toscas, irresponsables, pero que "suenan bien" (como echarle la culpa a los inmigrantes de tus problemas).

Y así fue en EE.UU., donde la votación pro-Trump fue inversamente proporcional al nivel educacional de los votantes. (El NY Times puso unos gráficos magníficos sobre cómo se repartieron los votos según edad, sexo, raza, nivel educacional y otros, en la elección presidencial).


Educación de votantes. Azul = Hillary, rojo = Trump. De arriba a abajo: 1) Educación secundaria o inferior 2) Educación superior incompleta 3) Educación superior completa 4) Postítulo

Visto así, la mejor apuesta del "establishment", los "mismos de siempre", los "poderosos" y todas etiquetas que nos gusta ponerles, para evitar que sus países caigan en manos de caudillos populistas que pueden echar toda la economía por tierra, es proveer excelente educación a sus ciudadanos. Muy especialmente educación económica. Y proveerla a TODOS sus ciudadanos. No sólo en los grandes centros urbanos, porque tanto en el Brexit como en estas elecciones, fue el campo el que salió en masa a votar por la opción populista.


Residencia de votantes. Azul = Hillary, rojo = Trump. De arriba a abajo: 1) Ciudad de más de 50 mil habitantes 2) Suburbios 3) Pequeña ciudad o pueblo rural

Cierto, la educación no es una bala de plata que impida tomar decisiones tontas, pero al menos es una barrera adicional. Y cierto, una población culta y bien informada es más difícil de "dominar", es más meritocrática, es más propensa a exigirle a sus dirigentes transparencia y accountability, es menos tolerante a chanchullos y trampas. En pocas palabras, es más influyente y a la larga puede terminar reemplazando a los poderosos pre-existentes de todos modos. Pero el proceso será gradual, verdaderamente democrático y caerán aquellos que merecen caer.

4. Globalización, tenemos un problema

¿Cuál ha sido la tónica de estos últimos años con todas estas votaciones que hemos discutido a lo largo del artículo? El terror a los inmigrantes y a la globalización.

Esto es algo profundamente humano. Siempre asumimos que "nuestro grupo" es el bueno y "los otros" son los malos. El pobre piensa que el rico es malvado, el rico piensa que el pobre le va a robar. Los patos malos siempre viven en la población de al lado, no en la mía. Mi religión tiene la razón, los de la otra creen cosas ridículas. Los hinchas de mi equipo son los buenos. Mi país es mejor que el país vecino.

Este es un rasgo de nuestra psicología que no hay atisbos de hacer desaparecer. Somos animales gregarios, nos gusta sentirnos únicos, pero también queremos ser parte de un grupo. Y eso es un problema cuando tu país abre las fronteras y se empieza a llenar de gente "distinta". Aunque muchos los recibimos con entusiasmo (personalmente, me encanta ver colombianos, haitianos y peruanos por todos lados), muchos otros se sienten amenazados. "Son ladrones" dicen, "son narcos", "son sucios", "se llevan el trabajo", "son terroristas".

Lo cierto es que las estadísticas desmienten gran parte de estos prejuicios: los inmigrantes casi siempre tienen buena educación, rara vez participan en delitos (suelen ser víctimas, no victimarios), pagan impuestos a través de sus compras, sin poder acceder a servicios del Estado; son emprendedores y habitualmente crean tiendas y negocios que generan más empleo del que quitan. Etcétera.

Pero como vimos, las estadísticas no cambian percepciones emocionales. La gente ve a alguien con acento y color de piel distinto atendiendo en una tienda y piensa "ahí va un trabajo que podría haber sido mío".

Lo mismo con la globalización. Los beneficios han sido infinitos para todos nosotros: acceso casi ilimitado y a precios bajísimos productos que nuestros padres hubieran considerado un lujo; intercambio técnico y científico que ha acelerado los avances tecnológicos como nunca; la internet y sus millones de horas de entretención e información; interconexión económica y progreso global; disminución record de la pobreza mundial; disminución histórica de guerras y conflictos armados entre países, etcétera. Pero es difícil tomar conciencia de esos beneficios, a los que estamos tan acostumbrados, que ya consideramos "lo normal". Y como no los vemos, no los ponemos en la balanza con los efectos negativos más visibles. ¿Cuál es la solución a este punto?

Lamento decir que no tengo idea. Creo que el punto que viene a continuación puede ser parte de la solución, pero si se les ocurre alguna otra idea, por favor sugiéranla en los comentarios.

5. Los jóvenes se están volviendo irrelevantes

¿Cuáles son los grandes ausentes en todas las últimas votaciones que han terminado con resultados inesperados? Los jóvenes.

Aparentemente, la generación que vive pegada a internet, que opina con vehemencia en las redes sociales, que habla con idealismo y juzga con furia a "los poderosos", que sueña con cambiar el mundo, que entiende la globalización mejor que sus padres; esa generación que debería ser el colchón que nos salve de los prejuicios de los mayores, encuentra demasiado primitivo e incómodo tener que levantarse a votar. O en un idealismo ingenuo, cree que "no votar" es una forma de rebeldía útil.

Lo cierto es que no votar no hace temblar los cimientos del poder. No hace a los políticos cuestionarse sus prioridades. No pone en crisis el sistema. No votar sólo te hace irrelevante para los gobernantes.


Cómo hubiese sido la elección si sólo los Millenials votaran (asumiendo que hubiesen ido a votar). Mapa basado en encuestas previas a la elección. Fuente: Mic.com

Como explica magistralmente el video más abajo, basado en el también excelente libro "El manual del dictador" (The Dictator's Handbook), la principal motivación de todo político, independiente de si es un idealista o un canalla, es mantenerse en el poder, para poder hacer las cosas que quiere hacer (buenas o malas). Así que su primera prioridad será siempre complacer a aquellos que le permiten estar en el poder. En una democracia sana, ese "alguien" son todos sus votantes, es decir, algo cercano a la población general, o al menos, la mitad de la población que votó por él. Obviamente, partidos y quienes lo financian son aún más importantes, pero tampoco puede desentenderse de sus votantes, tiene que buscar un equilibrio.

Pero cuando la abstención es alta y ciertos grupos (ejem, los jóvenes) se restan de ir a votar, entonces ese grupo deja de entrar en su lista de "gente a complacer", y quienes empiezan a determinar las prioridades de sus gobernantes, son un grupo cada vez más reducido de gente, que pone sus problemas e intereses por sobre los de todo el resto.

Así que nada hay más peligroso para nuestro propio bienestar, que comprarse campañas del tipo "No presto el voto". La única forma de no prestarle tu voto a otro, ¡es votar!

¿Qué otras lecciones sacaste de esta elección? ¿Qué crees que pasará con Trump como presidente?