Imagen: César Mejías

La fascinante historia de Nokia: de dominar el mercado a casi desaparecer

Una empresa que dejó su huella en casi todos los rincones del mundo y que parecía tener su puesto asegurado, de pronto prácticamente desaparece de la escena. A continuación hablaremos de qué le pasó y qué podemos aprender de su historia.

Por Juan Reyes | 2016-12-07 | 07:00
Tags | Nokia, celulares, tecnología, organización, smartphone, lecciones, fracaso

Aún recuerdo esa pantalla con pixeles oscuros y fondo verde, en donde se mataba el tiempo jugando snake en la compañía de un tosco y resistente celular, de señal envidiable y cierto aire de inmortalidad. Parecía difícil de imaginar que el mundo cambiaría tanto y que la palabra “Nokia”, se asociaría a algo que fue muy bueno y que pudo ser aún mejor, pero que quedó agonizante por una sucesión de decisiones equivocadas.

El nacimiento de Nokia se remonta hace más de 150 años, por allá en 1865, en una ubicación del espacio-tiempo totalmente alejada de la interminable ronda de bits que dirigen nuestra civilización. En lo que hoy es Finlandia, un ingeniero en minas llamado Fredrik Idestam fundó una empresa papelera, que posteriormente entraría también a las industrias de caucho y cableado. Cuando abrió una sucursal cerca de un río llamado Nokianvirta, nació el nombre de algo que tendría un impacto de escala mundial. En ese momento se hacía imposible vislumbrar que esta misma empresa, más de un siglo después, estaría liderando un negocio que en ese momento no existía: la telefonía móvil.

En los años '60, Nokia hizo sus primeras incursiones en la industria de las telecomunicaciones, su división de cableado puso sus fichas en la canasta correcta: radiotransmisores. Tuvieron que transcurrir dos décadas para que apareciese un aparato que en aquel momento parecía mágico: el Mobira Senator. Un teléfono que pasaba 10 kg. y se llevaba en el auto, ¡un verdadero lujo! Que posteriormente fue seguido por el Mobira CityMan, un teléfono que pesaba 800 grs.

En la década de los '90, Nokia fue una pieza clave para establecer el estándar utilizado a nivel mundial para comunicaciones móviles GSM. Convirtiéndose en una empresa centrada exclusivamente en las telecomunicaciones, decisión que el tiempo demostró más que acertada: Nokia se convirtió en el mayor fabricante mundial de teléfonos y se mantuvo en el trono durante 14 años. Durante los '90 lanzó al mercado el modelo 2110 junto al ringtone que se convirtió en un ícono: se estima que en un momento gracias a la tremenda cantidad de celulares Nokia circulando, llegó a reproducirse 20.000 veces por segundo.

Llegado el año 2000, fabricó el Chuck Norris de los teléfonos: el Nokia 3310, la leyenda dice que no hay teléfono más resistente que él y que su dureza lo puede convertir en una verdadera arma, algunos lo llevaron al extremo probando si sería capaz de resistir una caída de 460 metros de altura.


Holi, ¿me recuerdas?

Una tardía evolución que le costó la vida

Durante gran parte de la primera década del 2000 Nokia seguía cosechando éxitos y sorprendiendo con sus lanzamientos, teléfonos que hacían cada vez más cosas: sacar fotografías, filmar videos, reproducir música, acceder a videojuegos, etc.; y que ofrecían una amplia gama de diseños, gracias a su constante innovación. En el intertanto, llegaban a la escena nuevos competidores a gozar del festín de las telecomunicaciones. Mientras Nokia disfrutaba de una posición dominante y sus innovaciones se esparcían por el orbe, se aproximaba una nueva revolución: los smartphones con sus pantallas táctiles. Esta nueva manera de usar el celular, que hoy luce imprescindible, aniquiló a un gigante que despertó demasiado tarde.

El año 2007, Steve Jobs sacó de su bolsillo una de las peores pesadillas de Nokia: el iPhone. De ahí en adelante, Nokia fue cayendo año a año, pasando de poseer casi la mitad del mercado a cerca de un tímido 3% desde fines del 2012 en adelante.

La casi completa desaparición de Nokia en el mercado de los teléfonos móviles ocurrió gracias a la llegada de dos grandes actores: Android e iOS. Samsung comenzó a fabricar celulares con sistema operativo Android, Apple lanzaba su iPhone con iOS y Nokia intentaba desesperadamente evitar caer. Primero a través de su propio sistema operativo, para luego abandonarlo y formar el 2013 una fallida alianza con Microsoft, con la que sentenciaba a sus celulares a usar  Windows Phone: un sistema operativo que llegó tarde, que no daba a los usuarios suficientes motivos para utilizarlo ni tenía gran diversidad de aplicaciones.

La división de dispositivos y servicios de Nokia fue comprada por Microsoft el 2013. Así quedó el fabricante y su genialidad original temporalmente fuera de la industria, pues Microsoft decidió no seguir utilizando la marca Nokia.

Las lecciones del gran fracaso de Nokia

Aparentemente fueron las pantallas táctiles las que mataron a Nokia, ni su sistema operativo ni Windows Phone, pudieron igualar la experiencia de usuario brindada por Android y iOS. Las nuevas reglas del juego dieron al software un rol protagónico y Nokia se movía con mayor comodidad en el terreno del hardware. No obstante, luego de un análisis “post-mortem”, parece ser que éstas son solo consecuencias y no la raíz de su estrepitosa caída. Según un estudio realizado por la universidad de Cornell, donde se realizaron 76 entrevistas a ejecutivos de diversos niveles e ingenieros de Nokia, la tremenda lentitud con la que respondió a los cambios en el entorno, estaba influida por una creciente cantidad de problemas organizacionales.

Acorde al estudio, la gente al interior de Nokia estaba teniendo varios problemas:

- Los altos ejecutivos no eran expertos en tecnología, por lo que no podían entender claramente las oportunidades o falencias de los demos creados por el equipo técnico.

- Había muy mala comunicación entre los altos ejecutivos y los mandos medios, estos últimos temían crear una mala impresión a sus superiores y ocultaban los problemas.

- Los altos ejecutivos eran temperamentales y muchas veces humillaban a sus subalternos, impidiendo de este modo una comunicación fluida entre las partes.

- Había una presión excesiva por obtener resultados, lo que impedía adoptar estrategias de largo plazo.

Estos puntos deben ser tomados como una advertencia para cualquier empresa u organización: nunca puede fallar la comunicación. Si a la gente no se le permite cometer errores, hará lo posible por ocultarlos. Esto sumado con una excesiva presión, se convierte en la tormenta perfecta, porque se pierde la motivación para tomar riesgos y pensar en el largo plazo. Las tremendas capacidades técnicas que tenía Nokia daban para mucho más, pero ni el dinero, ni la experiencia, ni contar con una tremenda marca, son suficientes si falla el ingrediente básico de toda actividad humana.

Era difícil presagiar que algún día Nokia prácticamente desaparecería de la escena de la telefonía móvil y que llegaría una compañía sin experiencia en este mercado a marcar una tendencia, como es el caso de Apple. Tal vez Nokia fue víctima de su propio éxito, que no le dejó ver que se aproximaba al borde de un precipicio.

La meteórica caída de Nokia se convirtió en un caso de estudio, que nos permite una vez más entender lo frágil que puede ser una empresa tecnológica. Si no logra seducir, los consumidores la dejarán caer al vacío (las leyes de Darwin también aplican al mercado).

No obstante la historia no termina aquí, aún se está escribiendo… es posible que la nostálgica marca vuelva, porque los derechos para producir teléfonos marca Nokia hoy son de una empresa finlandesa que tiene en su staff a algunos ex-empleados de Nokia, llamada HMD Global. Esta empresa planea despertar al gigante dormido, lanzando un teléfono con Android el año 2017. ¿Volveremos a tener un Nokia en el bolsillo?