Imagen: César Mejías

Menos es más: que vuelvan el Ring Ring Raja y el Cachipún

Aunque reciban el juguete más sofisticado y de moda esta Navidad, los juegos más simples de nuestra infancia aún tienen el poder de entretener por horas a nuestros hijos. ¡No los olvidemos!

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2016-12-21 | 15:19
Tags | juegos, entretención, vacaciones, niños, hijos, cachipún, rin rin raja, bachilllerato

La Navidad y las vacaciones me han hecho reflexionar acerca de las formas de entretención de los niños. Hace unos días fui a una multitienda para aprovechar unas Giftcards que me cayeron del cielo y en vez de salir aliviada me fui más estresada que encargada de comunicaciones de Asexma. Impactante el precio de los juguetes. Hay que vender un riñón para comprar la versión “desde” y obviamente me poseyó la rebeldía navideña de todos los diciembres, que logra convertirme en la cliente frecuente de los locales chinos en donde puedes comprar hasta una suegra nueva si necesitas (no es mi caso querida suegrita linda). Mi mamá me regaló puras barbies pirateadas que terminaban con lesiones profundas cuando les doblaba las rodillas y aquí estoy, sin traumas profundos y con una infancia muy feliz.

Ojo que si hay algo que me agota es ese tipo de persona que considera que todo tiempo pasado fue mejor. No lo pienso para nada, y creo que el tiempo que vivimos es apasionante. Pero también pienso que tenemos que reformular el cómo entretenemos a nuestros hijos. O lo planteo de mejor manera “el cómo se entretienen ELLOS”.

Porque los papás tenemos que ser facilitadores, pero no podemos andar por la vida de Ronald Mac Donald’s haciendo de sus días un eterno loop imparable de entretención sin límites. Y obvio que les compré regalos que están acordes a los tiempos y que son atractivos para las nuevas generaciones. No milito en el Medioevo y tampoco pretendo que mis niños se entretengan con un Atari, pero tal vez debiéramos rescatar algunos juegos y tradiciones de nuestra época que pueden convivir perfectamente con la modernidad y las nuevas tendencias.

No son "empaquetables" como regalo de Navidad, así que compren de todos modos algo, pero sí le asegurarán diversión a sus hijos durante todo el verano. En las próximas líneas va mi propuesta, que además me comprometo a tratar de vivir en mi propia casa y ver si realmente hicieron un cambio en el modo en que mi cabrerío disfruta su infancia.

1. Que vuelvan las pitanzas: con mi prima Isidora realmente hicimos un doctorado en el tema. Buscábamos en la guía de teléfonos (Q.E.P.D.) restaurantes para hacer reservas, gente con nombres chistosos, zoológicos y todo material freak que nos permitiera explotar de la risa. Hoy los teléfonos fijos son tan escasos como los políticos intachables y las operadoras virtuales no cumplen con lo que uno espera a la hora de hacer una broma. Pero con creatividad podríamos rescatar esa tradición que tantas carcajadas nos regaló. Acepto sus propuestas queridos lectores.

2. Limonada a $100: en un mundo en donde los niños tienen hasta una escobilla de dientes con motor que hace la pega por ellos, me parece excelente que trabajen para generar sus propios recursos. Aparte de entender el valor del trabajo, los enfrenta a vencer la vergüenza de hablarle a un desconocido, negociar cuando alguien les quiere pagar menos de $100 (miserable) y luego disfrutar de comprar algo ganado con el propio esfuerzo. Si lo hacen con amigos mejor, aprenden las claves de trabajar en equipo y se darán cuenta de lo que implica tener socios. Win-win.

3. La pieza oscura: acá hay mocha y llantos garantizados, pero igual la defiendo con todo mi amor. La pieza oscura es un clásico que debemos mantener, como Tom y Jerry y los helados de agua hechos en el propio freezer. Es un juego entretenido, adrenalínico, gratis (ahorras luz incluso) y que no tengo idea por qué genera buenos recuerdos independiente de los codazos y cojines recibidos en la cabeza. Larga vida a la pieza oscura.

4. Cachipún Lover For Ever: varios saben que me gusta tanto el cahipún que soy una ferviente convencida que es hasta capaz de ahorrar peleas matrimoniales. El cachipún es justo, no da para interpretaciones o trampa y no falla cuando hablamos de entretención. Organizar un campeonato de este fantástico juego inventado por los chinos, puede ser una buena manera de disolver una manifestación cuando los niños andan aburridos. (Y también definir con el marido quien va a mudar a la guagua cuando nos da una soberana lata).

Bueno y si se lo toman tan en serio como los japoneses, pueden derivar el insólitas competencias:

5. Trabajar la cabeza con el bachillerato: los humanistas amamos este tradicional juego (matemáticos propongan algo porfa). Porque para los que nos gusta la vida en Word y tenemos una vacuna en contra del Excel este pasatiempo es amado. Además lo bacán que tiene es que pueden jugar todos, aumenta el vocabulario, entrena la memoria, se aprende y cuando los competidores inventan palabras chantas para ganar, es la mejor parte. De hecho me entusiasmé tanto escribiendo sobre esto que parece que voy a jugar hoy mismo.

6. Ring Ring Raja: incluso para mujeres más flojas que la mandíbula de arriba (como yo), este juego era valorado. Es para odiar a los que lo juegan … sí. Es un poco falta de respeto… también. Porque si estás durmiendo la doña siesta, o lograste que la guagua conciliara el sueño después de dos horas de cólicos y alguien te toca el timbre solo para hinchar, la rabia es comprensible… pero ¿Quién no lo jugó y disfrutó? Además hacía que las fatigadas corriéramos, ¡tenía espíritu deportivo el ring ring raja! Con algo de desilusión veo difícil que vuelva. ¿Los motivos? Con el temor a la delincuencia y lo poco que se conocen los niños con sus vecinos como para jugarlo en conjunto, lo más probable es que terminen bajando un app que simule el juego en el iPad. Pena…

El desafío está bueno, ¿qué opinan? Buscar maneras simples, piolas y a bajo costo que nos permitan conducir a nuestros niños a entretenerse con poco, de manera autónoma y sin tener que externalizarlo todo (llámese contratar clases, animadores, invertir en muchos panoramas). ¿Lo lograré? En marzo les cuento. Solo faltan 69 días.

¿Qué otro juego de tu infancia agregarías a la lista?