Imagen: César Mejías

4 actitudes que deberíamos aprender de los argentinos

Como viñamarina, Mane Cárcamo suele ser testigo de la visita de nuestros vecinos argentinos. Observando su estilo y cultura, descubrió algunas valiosas prácticas que nos vendría bien imitar.

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2017-01-05 | 16:30
Tags | argentinos, cultura, trasandinos, lecciones, argentina

*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.

Vivo en Viña… soy nacida y criada en la que ha sido en los últimos años una de las mejores ciudades de Chile para vivir. Los que amamos Viña agradecemos tener la playa a un minuto, aunque vayamos poco, recorrer distancias dignas para ir al trabajo y estar “tan cerca y tan lejos” de una ciudad relevante como lo es Santiago. Nuestro querido Viña es además uno de los destinos favoritos para nuestros vecinos, mis queridísimos argentinos.

Algo pasa con los argentinos. El 2014 la empresa de estudios de mercado Oh Panel realizó una investigación acerca de la manera en que los latinos veíamos a los argentinos. Un 71% manifestó que la soberbia era el peor defecto de los trasandinos. Una cifra demoledora y que da para pensar.

Desde chica me he preguntado, ¿de dónde vendrá la rivalidad con ellos? Futbolísticamente y con todo amor para nuestros compatriotas, hay que asumir que recién hace unos años comenzaron a considerarnos una amenaza. Y con justa razón. Los resultados están a la vista. Pero creo que esta relación difícil comenzó hace mucho más tiempo y no creo que el futbol sea LA causa.

¿El éxito con las mujeres? Puede ser. Es un dato objetivo que en Reñaca y La Serena el encanto argento, la facha medio italiana y el buen “hablamiento” causan estragos entre las mujeres. El argentino camina con la actitud de Tony Manero, te habla con la simpatía de Alexis y tiene más frases lindas que Pablo Alborán.

¿A los chilenos nos molestará que los argentinos se crean el glaseado de la Donut, el camarón de la palta reina, la punta del almendrado? Es muy probable. Difícil es no intimidarse frente a tanta autoestima.

Pero no puedo dejar de tener una debilidad por ese pueblo. Como buena tevita que soy, me he dedicado en los últimos meses a analizarlos y deberíamos reflexionar acerca de todo lo que les criticamos. ¿No será que vemos nuestras carencias ahí? ¿No deberíamos aprender de ellos? Los amigos trasandinos me han dado muy buenas lecciones en los más variados temas, tal vez sería un buen momento para estar dispuestos a aprender de nuestro país hermano.

Aprendamos a discutir como los argentinos: podemos elevar la voz y no pasa nada

Es interesante ver como discuten. Hay pasión, gesticulan hasta con el lóbulo de la oreja, se lanzan sus garabatos y son categóricos. Dan la vida en un debate, que puede ser en la TV como en el boliche de la esquina. Uno se llega a poner nerviosa cuando es testigo y el primer impulso es tratar de calmar los ánimos. Pero ¿la verdad? NO PASA NADA. El argentino habla así y es capaz de separar la discusión del tema personal. Termina el debate, un beso a su contrincante y chau que te vaya bien. Aquí no ha pasado nada. No le temen al conflicto y entienden que se pude discutir acaloradamente y eso no necesariamente significa terminar una amistad o una relación.

Aprendamos a gozar como los argentinos: los niños no son una condena

Siempre me ha llamado la atención es espíritu familiero de ellos. El tener hijo no significa que uno se retiró a la vida monacal hasta que el cabro cumpla 10 años. Acá muchas veces para salir, ir a un asado, o a un restaurant tenemos que alinear tantos astros que al final terminamos sin panorama, amurrados y viendo el canal de la hípica de pura frustración. Allá los niños se suben al carro familiar y si en un local se quedan dormidos entre dos sillas y tapados con una chaqueta realmente a nadie le importa. No se me pongan extremos y espero que entiendan que este punto no se trata de andar con una guagua de 2 años en una discoteque llena de humo y compadres dando jugo. Pero sí les admiro a los vecinos la capacidad de saber gozar, simplificarse la vida e incluir a los niños en lo que acá sería una situación más complicada que letra chica de plan de isapre.

Aprendamos a actuar como los argentinos: adiós a la palabra “dinero” y “empleo”

Que los argentinos actúan como los dioses es una realidad indiscutible. El cine, el teatro y la TV lo demuestran con creces. Y lo que más admiro es que realmente actúan, hablan y sienten tal como lo hace su cultura. Las teleseries chilenas, en cambio, usan palabras que jamás utilizaríamos: hablan de empleo en vez de pega, dinero en vez de plata, muchacho en vez de gallo y un sinfín de modismos que los chilenos sólo hemos visto en el resumen del Mío Cid Campeador. Hablar en la TV como lo hacemos realmente, produce cercanía e identificación… algo que los argentinos aprendieron hace muchos años y en donde nosotros vamos avanzando de a poquito.

Aprendamos de la desfachatez de los argentinos

En este punto tengo mis dudas, porque creo en las formas y las estructuras, pero celebro la capacidad de no dejarse intimidar, de adaptar lo exterior a la propia cultura y de sentirse con toda la seguridad para pronunciar el inglés como se les cante y usar las palabras literalmente como se escriben (Crush, Colgate, Levi's, por decir algunas). No andan urgidos como nosotros por pronunciar cual Diana de Gales y se paran frente al mundo como si fueran dueños de él. No digo que TODOS los argentinos lo hacen, pero a una gran mayoría le importa bien poco la pronunciación y aunque los profesores de inglés terminen con un infarto al miocardio, hay una desfachatez y postura frente a la vida que aplaudo… tímidamente obvio.

¿Están de acuerdo o no? ¿Agregarías algo más? ¡Disparen!