Imagen: César Mejías

Mi hijo anda con "malas juntas": ¿qué hago?

Nuestros hijos crecen y con su entrada a la adolescencia aparecen nuevos amigos. El problema es que no todos son del gusto de los padres. Te explicamos qué hacer en estos casos.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2017-05-16 | 17:00
Tags | guia, para, padres, malas, juntas, hijo, amigos

Manuel tiene 13 años y cambió de grupo de amigos. Su nuevo “partner” es un adolescente cuyos padres no le ponen hora de llegada a la casa ni se involucran en cómo se vuelve. A sus cortos años bebe alcohol, fuma y suele tener problemas de conducta en el colegio por faltas de respeto a profesores y compañeros. La mamá de Manuel no está feliz con su nueva amistad y se siente confundida respecto a cómo enfrentar la situación. A pesar de que no existe una receta mágica para solucionar este tema, hay ciertas directrices que podrían orientar a la mamá de Manuel para saber qué hacer y qué no hacer.

Qué hacer frente a las “malas influencias”

En primer lugar hay que partir de la premisa que no podemos elegir los amigos de nuestros hijos. Ser padres es enseñarles a ser dueños de su propia vida, por lo que nuestro rol fundamental es entregarles las herramientas para que puedan tomar las mejores decisiones a lo largo de ella.

Luego, es necesario comprender el proceso que atraviesa un hijo durante la adolescencia. En este período se vive una crisis de identidad en la que se descubren nuevos intereses y gustos. Junto con ello el joven comienza a diferenciarse de sus padres y busca la cercanía e identificación con los amigos. En este proceso es común que el adolescente comience a forjar nuevos lazos de amistad, algunos pasajeros, otros que serán los definitivos para el resto de su vida. Pero es una etapa en la que se encuentra probando para definir su nuevo “yo” a la vez que desafía para ver hasta dónde puede llegar. Por lo tanto hay que entender el cambio de amistades como parte de un proceso natural y respetarlo.

En tercer lugar es muy importante no decir a nuestro hijo que el amigo es “mala influencia”, porque eso probablemente reforzará la amistad solo por llevar la contra a los padres. No hay que criticar al amigo sino las conductas que estimamos peligrosas para nuestro hijo. Por ejemplo, “Faltar el respeto no es correcto ni divertido”, “Beber alcohol y fumar te hace un daño inmenso a tu salud que está en pleno crecimiento”, “Volverte a dedo en la noche te expone a muchos riesgos”.

Y, finalmente, se debe tener presente que el punto de partida para enfrentar cualquier situación con los hijos es forjar día a día una relación de confianza y seguridad en ellos mismos. Para eso necesitamos, por una parte, tener una comunicación constante, sincera y fluida; comprenderlo, hablar de los temas importantes para él, darle espacio y tiempo para expresare. Junto con ello hay que valorar a nuestro hijo tal como es, confiando en él y sus capacidades.

6 consejos prácticos que pueden ayudar

  • 1. Darse el tiempo para conocer al amigo. Incluso podríamos descubrir que ese amigo que en un comienzo consideré mala junta tiene algo que aportar a mi hijo.
  • 2. Favorecer que se junte con ese amigo pero en la propia casa, de manera de que pueda compartir con él dentro de un contexto de mayor contención y supervisión.
  • 3. Dejar los prejuiciosos de lado y descubrir por qué no me gusta un determinado amigo. Es bueno preguntarse qué es lo que no me gusta de ese amigo y a partir de ello reforzar las conversaciones sobre conductas de autocuidado con nuestro hijo. Por ejemplo, si no me gusta que llegue a cualquier hora de los carretes, explicar a mi hijo que si yo le pongo un horario para llegar a la casa es, en primer lugar, por su seguridad y para que no se exponga a peligros innecesarios y también porque si a cierta hora no ha llegado, sus padres estarán preocupados.
  • 4. Reforzar las amistades constructivas. Podemos potenciar aquellos amigos que creemos que aportan a nuestros hijos diciéndoles por ejemplo, “Qué buen amigo es Pepe, se preocupa siempre por ti, no te presiona a hacer cosas”. De esa manera le señalamos lo que es la verdadera amistad en contraposición a lo que no lo es.
  • 5. Cuando están recién entrando a la adolescencia, armarse de paciencia y hacerse el tiempo para ir a buscar y a dejar a él y su amigo a las fiestas y panoramas u organizar turnos con otros papás de nuestra confianza. De esa manera se podrá tener una mayor supervisión de las conductas del joven.
  • 6. Tener los límites de permisos claros y definidos y ser firme en ello. Por ejemplo, los horarios de llegada, la prohibición de beber alcohol o el permiso a la casa de ese amigo porque no hay adultos, y ser firme con ello. Es necesario tener ciertas normas definidas previamente y velar para que se cumplan, siendo claras también las consecuencias de no respetarlas.

Y tú ¿cómo has lidiado con las “malas juntas” de tus hijos?