El pasado fin de semana Francesco Totti, capitán de la Roma, colgó sus botas oficialmente a los 40 años con cerca de 800 partidos jugados con la camiseta de "la loba". Fue un momento emocionante, donde pocos de los asistentes del rebosado estadio pudieron aguantar las lágrimas. Daba la impresión de que "Il Capitano", al retirarse, dejaba algo más que la cancha.
El retiro de un jugador de fútbol puede ser, sin duda, uno de los momentos más difíciles que debe afrontar el deportista durante su vida. Dejar las canchas les produce una cierta pérdida de identidad deportiva y la necesidad de buscar y crear una nueva realidad.
Muchos futbolistas, a diferencia profesionales de otras áreas, quedan oficialmente desempleados a eso de los 40 años. Varios creerían que dado los altos sueldos que ellos reciben, su vida después del retiro es fácil. Lo anterior dista mucho de lo que muestra la realidad. Los deportistas de élite normalmente comienzan a enfocarse en sus carreras muy jóvenes y una gran mayoría deja sus estudios inconclusos o bien los terminan en instituciones de baja exigencia académica con el objetivo de poder concentrar sus esfuerzos en el campo de juego. Dado lo anterior, varios ex futbolistas ven al fútbol y las actividades pertenecientes a dicha industria como única alternativa para continuar desarrollándose laboralmente. El problema es que, lamentablemente, el fútbol no tiene espacio para todos.
Vienen a la mente ejemplos como el del alemán Andreas Brehme, quien con un gol suyo le dio el título de campeón del mundo a su país en el Mundial de Italia 90’, hoy vive en la pobreza tras perder su trabajo en el equipo de Sttutgart hace casi 10 años.
También hay historias positivas, jugadores activos y retirados que han empezado a construir su futuro fuera de las canchas enfocándose en sus otras pasiones. Andrés Iniesta construyó su propia bodega de vinos, el mexicano arquero del Granada C.F., Guillermo Ochoa, se ha dedicado a impulsar y administrar el negocio familiar “Tortas Don Polo”, por su parte el histórico capitán mexicano Cuauhtémoc Blanco se dedica al negocio gastronómico en el DF donde tiene un restaurant de mariscos.
Es esencial formar a nuestros deportistas pensando también en las actividades posteriores al retiro, desde todos los ámbitos: académico, nutricional, familiar, sicológico y médico. Es nuestro deber como hinchas, como país. Durante su carrera serán ídolos, ejemplos para miles de niños, cuando les llegue la hora del retiro deben estar preparados. Dada su trayectoria, experiencia y redes de contacto, los ex–futbolistas tienen mucho que entregar a un país, a una institución de educación, a una organización social y/o a un club deportivo. Son éstos últimos quienes deben preocuparse de que se formen integralmente (especialmente en edades tempranas) y acompañarlos en todo su proceso, para que cuando acabe su carrera futbolística, puedan integrarse al mundo laboral y generar un impacto social aún mayor al que alcanzaban en la cancha.
Ángela González - Fundación Valores