Palos porque pagas, palos porque no pagas

¡Qué caro este concierto! ¡Es un robo! ¡Manga de descarados! ... Tome mi dinero.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-08-13 | 09:09
Tags | conciertos, cultura, entretención, música, eventos, diversión, precios, costos, entradas, tickets, inflación, cobros
"El precio lo define el grupo de fans qué mas está dispuesto a desembolsar por ver a su ídolo"

La primera vez que lo vi claramente fue cuando vino McCartney y ahora la queja se repite cada vez que se anuncia la venida de un importante artista o grupo de rock-pop a Chile: los precios de las entradas de los conciertos son un robo. El ciclo es siempre el mismo, primero todos están felices cuando se anuncia que viene el artista, y después todos están furiosos cuando se publican los precios de las entradas. 

Entiendo perfectamente la frustración de quienes no tienen el dinero suficiente para comprar las entradas, y se aguantan con impotencia las ganas de ver a su grupo favorito. Lo que no entiendo es por qué, quienes efectivamente compraron un boleto, muchas veces también se quejan, como si hubieran sido obligados a pagar por un bien que no querían (al menos no por ese precio). ¿Estamos tan locos que estamos pagando por algo que no queremos?

Un bien de lujo.

En primer lugar convengamos que un concierto o espectáculo sí se trata de un bien de consumo, muy distinto a la educación, la salud y la vivienda. Porque, aunque se trate de cultura, entendamos que el acceso al contenido del espectáculo está al alcance de todo el mundo (más aún si consideramos la existencia de las descargas ilegales o la radio). Por lo tanto, lo que pagamos cuando vamos a un concierto es el lujo de la experiencia de escuchar a un artista en vivo. Sí, lujo. Y si a eso le sumamos que se trata de un bien escaso, es esperable que su precio sea elevado. 

Ahora, si un artista quiere dar un concierto a un precio bajo o gratuito, seré el primero en aplaudir, pero esperar que un artista o productora cobre un precio bajo solo por la buena onda me parecería ingenuo. Lo realmente tonto sería que cobraran un precio tan alto que nadie fuera al concierto, pero en la mayoría de los casos no ocurre. Y entonces ¿por qué nos frustra tanto que los precios sean tan altos, si los estadios se llenan?

Escasez y fanatismo.

A mi parecer, el principal problema es que no nos damos cuenta de que se trata de espectáculos muy codiciados por un enorme grupo de personas. Y muy codiciados incluso por nosotros mismos. ¿Cuál es el cálculo que hacen los organizadores? Tengo 15 mil entradas ¿Cuánto están dispuestos a pagar los 15 mil fanáticos más fanáticos de este grupo? Y lamentablemente para nosotros, ese precio es altísimo. Y tal vez no tan lamentablemente, porque si ese precio fuera más bajo, quizás ni McCartney ni Madonna pensarían en la posibilidad de viajar a un país tan ínfimo y lejano. El problema es que muchas veces, para ser parte de esos 15 mil ¿afortunados?, hay que estar dispuestos a desembolsar mucho dinero.

Los que pagan ponen el precio.

¿Por qué cuando imaginamos cuánto debería costar la entrada a ese concierto, siempre pensamos en un precio más bajo? En algunos casos la productora calcula mal y el concierto es un fracaso, pero en la mayoría no es así. El precio lo define el grupo de fans qué mas está dispuesto a desembolsar por ver a su ídolo y si a nosotros nos parece caro, tal vez es que no somos tan fanáticos y no debiésemos asistir ¿Pero por qué cuando sí decidimos asistir, también nos enojamos?

Al parecer, se debe a la combinación de dos factores: no estamos tan conscientes del nivel de fanatismo que genera ese artista en el país, y no nos damos cuenta de lo muy importante que es para nosotros participar en ese concierto. Tanto que estamos dispuestos a un precio que puede llegar a triplicar el precio que nuestra cabeza estaba esperando por presenciar el espectáculo. Es decir, somos mucho más fanáticos de lo que creemos, e incluso, de lo que nuestra billetera quisiera.

Lo que quieres no existe.

¿Cuál es mi propuesta entonces? Ser feliz. Así de novedosa. Si no tenemos el presupuesto para poder ir a un concierto, la cosa se pone difícil, pero hay que tratar de ser feliz con eso simplemente porque no tenemos alternativas. Lo importante es que si tenemos la plata entonces debemos entender que tenemos sólo dos opciones: o estamos dispuestos a gastar ese enorme monto en la entrada o no estamos dispuestos. La opción de pagar un precio bajo simplemente no existe y se debe a que hay un enorme grupo dispuesto a pagar mucho más que lo que tú quisieras. Si somos capaces de aceptarlo, probablemente seamos más capaces de ser felices con lo que decidamos. Porque si los Ferraris costaran 20 lucas, yo sí tendría uno, pero por ese precio que tienen ni siquiera me interesan. Y pongo como ejemplo un Ferrari porque es un artículo de lujo. Lamentablemente lo es, igual que la entrada para un concierto top.