"El que no conoce a Dios, a cualquier santo le reza..." dice uno de los memes más conocidos de internet. Y ahora toma mucho más sentido cuando tenemos que hablar de la nueva adaptación de Death Note que llegó hace casi una semana a nuestro streaming favorito.
Nos dijeron que iba a ser una película a la "altura" de la historia que conocimos por ahí en 2006 cuando –entre revoluciones pingüinas – descubrimos el boom de los Shinigamis, de "L", y de "Kira", el adolescente que –aburrido de la sociedad, la corrupción y la miseria– puso al mundo de rodillas ejerciendo su propio estilo de justicia como "el dios del nuevo mundo" a través de una libreta que tenía el poder de matar a cualquier persona que tuviera su nombre escrito en ella.
Y sí, fue una historia japo-policial y de fantasía, que con una crítica social dura, se catalogó como una de las obras más queridas por los fanáticos alrededor del mundo. En parte, porque nos proponía a un villano como protagonista, y al mismo tiempo buscaba hipnotizarnos con una intensa lucha del bien y el mal.
¿La película de Netflix? Cometió el grave error de suponer que se puede conservar la cáscara y no el contenido de Death Note. Me refiero, precisamente a que no basta con forzar e incluir los personajes principales, pretendiendo que van a funcionar de la misma manera que en oriente.
Está bien, se entiende que la gracia de una adaptación sea cambiar ciertos tópicos y personalidades de acuerdo a la cultura donde se esté planteando, pero ¿hasta qué punto es perdonable? La respuesta sería algo que nadie podría explicar, sin embargo, desde esta humilde tribuna creo fervientemente que la clave está en no quitar la esencia a los personajes para lo-cual-fueron-creados. Porque quitando esa "base" se desmorona toda la estructura argumental.
Death Note partió como un proyecto ambicioso (han pasado al menos 10 años desde los primeros rumores de adaptación norteamericana). Algunas productoras tomaban la idea, otras la conversaban, y otras la desechaban. Finalmente Netflix quiso liderar la batuta el año pasado poniendo a Adam Wingard (La Bruja de Blair, 2016) en la dirección, y a Nat Wolff(Bajo la misma estrella) como el protagonista, Light Turner.
Todo bien a mi parecer. Incluso reconozco ser uno de esos que defendió la película con los trailers que anunciaban buenos efectos especiales, y la esencia de los personajes, a pesar claro, de que no eran exactamente iguales a los que todos recordábamos. Whatever, lo importante estaba ahí y para los ñoños, Death Note de Netflix era hasta ese momento una de las diez adaptaciones más esperadas del 2017. Descontando obviamente todo el conjunto de superhéroes y remakes típicos de hollywood que llegan a nuestros cines año a año.
La tragedia ocurre en que la personalidad de Light Turner (Wolff) dista mucho del concepto principal de "dios-del-nuevo-mundo". Para que se hagan una idea; la historia de Death Note no se trata solo de una "libreta mortal" y de cómo el mundo se rige bajo un "mesías de la muerte". De hecho, todo lo que ocurre en la historia original tiene como eje principal al narcisismo de Light como Kira, y de cómo el clásico juego del gato y el ratón se transforma en un modelo exquisito de tiranía y control social.
En la Death Note de Netflix no pasa eso, porque simplemente no hay tiempo de tragar a los personajes y observarlos bajo una lupa, por lo que en vez de encontrar oro terminamos encontrando fantasía china.
El narcisismo de Light Turner en esta película pasa por una especie de transformación obsesiva de llamar la atención, cuando (en el fondo) deberíamos estar viendo a un tipo calculador y con un coeficiente intelectual deslumbrante con el arma más poderosa del mundo en sus manos.
"L" por su parte (Keith Stanfield), el antagonista (bueno) carece de la seriedad y motivación que vimos en el Anime. Y al igual que Kira, su desarrollo en la historia termina de la misma forma que el resto de los personajes; o sea mal, en algo que nos produce un poco de rechazo si soy honesto con ustedes...
Insisto, esto no va por un tema "purista" de que no nos guste ver adaptaciones gringas. De hecho, Death Note es LA obra que debería haber sido adaptada a los Estados Unidos, principalmente por esa inquietante superioridad con la que sus gobernantes miran al resto del mundo. Más ahora, porque estamos en una época en que los líderes tienen discursos poco solidarios con los inmigrantes, y las armas en manos de adolescentes pueden desatar verdaderas tragedias en las high school.
El pecado de Wingard (y todos quienes estuvieron a cargo de las decisiones de esta película), es haber creído que hacer un "calco mal hecho" de la historia, era mejor que haber propuesto una historia original dentro del universo de Death Note. No sé, en una de esas ¿no hubiera sido mejor crear un nuevo usuario de la libreta en Seattle, post los hechos transcurridos en Yotsuba, Japón? Yo creo que sí.
Ahora, el director está en una guerra cibernética contra toda la fanática que se echó encima por Twitter, respondiendo comentario tras comentario, insistiendo que su película "la hizo", comparándola casi al nivel de la original. Mal ahí.
Si eres de los que nunca ha visto Death Note, recomendaría ver primero la obra original antes de la adaptación. Para así tener una idea más clara de lo que es, sin tener como primera impresión el descalabro que es esta nueva película.
Si tomas el camino de ver primero la "adaptación", ten en cuenta que Death Note del 2006 (el anime) es una joya de los últimos tiempos. También está disponible en Netflix.
De todas maneras, lo único que salva a esta película de caer en el mismo limbo de Dragon Ball Evolution del 2009, (rey por excelencia de las malas adaptaciones) es que al menos Death Note tiene una buena fotografía y efectos especiales decentes, muy parecidos a los live action japoneses.
Otra cosa que me pareció interesante fue descubrir que la Death Note se comienza a transformar en una especie de droga para Light y Mia (Margareth Qualley), peleándose por ella como si fuera la última inyección antes de la sobredosis.
Ryuk (el Shinigami interpretado por el gran Willem Dafoe) probablemente no tenía idea lo que estaba haciendo pero zafa súper bien. Aunque uno quisiera haberlo visto más en su rol de acompañante de Light, versus Mia, quien lo único que hace es ser un estorbo en esta historia...
Aun así, mi labor aquí no es decidir por ustedes. Solo soy un ciervo de las películas que los invita a formar sus propias impresiones de lo que está en la pantalla grande o chica. Así que vean Death Note, consúmanla y decidan hasta qué punto están dispuestos a perdonar una adaptación gringa.
Chau chau.