El tiempo avanza y hay algo que no podemos evitar: despedirnos de aquellas cosas que están obsoletas. Pasó con Mundo Mágico, Futurama y te pasará a ti también. Es por eso que en El Definido decidimos hacer una repasada de aquellos objetos con los que antes no podíamos vivir, pero que ahora con suerte los recordamos cuando vemos una película de los ’90 o comienzos del 2000.

Ojo, que no significa que los hayamos desechado por completo, porque eso es muy difícil en algunos casos (o especialmente para los que tienen síndrome de Diógenes), pero hay algo que es objetivo: cada vez los usamos menos.

Guías telefónicas

Estábamos en 1998 y necesitábamos conseguirnos el número de alguien que no teníamos anotado. ¿Qué hacíamos? Pues buscar en la guía telefónica. Así que para esta simple necesidad de saber un numero, teníamos que desenvolver unas especies de biblias telefónicas que traían prácticamente todos los números del mundo (bueno, nunca tanto).

Y así: González, González, Gonzalez, González… quedábamos turnios de revisar tantas líneas hasta encontrar ESE número.

También tenían su versión comercial para cuando necesitábamos llamar a una empresa, pero el punto es que puede que haya pasado más de diez años desde que abrimos una. ¿Y para qué hacerlo si ya tenemos algo llamado internet hasta en nuestros relojes?

Igual se ganaron unos puntitos por recordarnos que antiguamente las actividades más simples del mundo podían tomarnos un buen rato.

CD-ROM para PC

¿Cuándo fue la última vez que necesitaste un CD para usar un programa de tu computador? Probablemente hace mucho, mucho tiempo. Después de todo, hasta las empresas de computación han estado fabricando equipos sin lectores de CD. Algo que se viene dando por lo menos desde 2012.

Sin embargo, antes los usábamos hasta por si acaso. No concebíamos la computación sin nuestro CD de la Encarta o los que necesitábamos para para instalar Windows, el antivirus, los juegos, programas de Microsoft, etc. Ahora, si usas consolas de videojuegos es probable que aún te relaciones con estos objetos, aunque también cada vez en menor medida.

¿A quién culpamos? A los pendrive, a la “nube” y a todos los sistemas de almacenamiento de información online que tanto adoramos.

Libreta de comunicaciones del colegio

Era el canal de comunicación emblemático entre profesores y papás. Todo lo que no se conversaba en la reunión de apoderados se podía encontrar en la no-muy-querida libreta de comunicaciones: mensajes, citaciones, aviso de malas notas (que tenían que ser firmadas por el adulto responsable), etc.

Y pese a que todavía existen, la verdad es que su uso ha ido en caída. Cómo no, si ahora la mayoría de la información relevante que viene desde los colegios se transmite a través de canales mucho más loleins como correos electrónicos, el sitio web de la institución y los temidos grupos de WhatsApp de apoderados.

Pero claro, al final nada puede reemplazar el verdadero poder comunicacional de las agendas escolares, así que por eso todavía existen. Por ahora…

Mapas (de papel)

Nos íbamos de vacaciones en auto con la familia y podía faltar agua, comida y música, pero lo que SIEMPRE estaba presente era el preciado mapa de papel (que usábamos principalmente para ver dónde estaba la estación de servicio más cercana para pasar a comer algo).

O también el indispensable mapa de calles cuadriculado para saber cómo diantres llegar a esa calle donde vivía un compañero: “Cerro Inubicable 435, comuna La Escondida”. Y ahí estábamos, buscando al final de la guía el nombre de la calle, y luego la página x, con las coordenadas 4D, hasta llegar al cuadradito indicado con el tesoro escondido. ¿Cómo llegar hasta allá? Bueno, eso tomaba varios minutos más.

Claro, eran muy útiles, pero la cruda verdad es que ya no son necesarios considerando que tenemos el mejor mapa del mundo en nuestros teléfonos. Lo sentimos mucho mapitas.

Teléfonos fijos y públicos

Nos sabíamos de memoria por lo menos tres números fijos: el de nuestra casa, el de nuestro mejor amigo y el del familiar más cercano. Incluso podíamos llegar del colegio para seguir hablando con nuestro amigo que vimos todo el día, solo que ahora a través del teléfono. Ah, y la privacidad era solo suerte de los que tenían uno inalámbrico, pues el resto de los mortales debía instalarse a conversar a oído y paciencia de toda la familia.

Parecían ser una de esas cosas que jamás habríamos pensado que desaparecerían pero aquí estamos: con TV cable, internet y sin telefonía fija. Adiós le dijimos a los triple packs de las compañías de telecomunicaciones… aunque nadie sabe por qué insisten en que saquemos una línea de todos modos, porque cuesta lo mismo.

Qué decir de los teléfonos públicos, que están mas escasos que carne en un wantán. Amarillitos, celestitos y bastante poco higiénicos si lo pensamos bien, ahora son casi una pieza de museo. Entre el año 2001 y el 2016, pasaron de ser 79.895 en el país, a solo 18.112. Incluso Santiago Centro decretó su retiro masivo.

Reproductor de DVD

Podíamos pasar días enteros viendo películas que arrendábamos en Blockbuster (RIP) gracias a los reproductores de DVD, que además eran nuestros mejores amigos durante los fines de semana largos. Hasta llegamos a tener de esos que son capaces de leer películas en Blu-ray y eran la sensación.

Incluso sentimos un alivio gigante cuando salieron esos que reconocían todas las “zonas” (¿recuerdan eso?) y no solo algunas. Nada más rompecorazones que haber consrguido el esperado estreno, y con cabritas caseras en manos nos decía la pantalla que no se reconocía el DVD no era reconocido, porque era de la zona 2.

Pero, naturalmente, el pasar del tiempo hizo lo suyo y ahora rara vez prendemos uno de estos aparatos. Y aquí sí que hay dos culpables a los que tenemos que encarar: Netflix y los televisores inteligentes. ¿Para qué vamos a querer otro equipo conectado a la TV si podemos tener todo lo que queremos en la misma tele (siempre y cuando sea inteligente)? Es por eso que ahora nuestros maratones de series o películas tienen un gustito ligeramente distinto y se agradece.

¿Qué otro objeto agregarías a la lista?