Hace unos días, mientras leía tranquilamente algunos artículos en Internet, me encontré con una nota titulada “El poder del rumor: 10 casos históricos de sicosis colectiva” y, obviamente, con ese tremendo título y mi voraz curiosidad, no pude evitar leerla. Brujas, epidemias de insectos y baile, monstruos asesinos y ataques de risa que duraron 18 meses, son algunos de los extraños casos que se relatan en el texto.
El tema me hizo pensar que en la era de las redes sociales y de una manera distinta, muchos somos o hemos sido víctimas de sicosis colectiva (o bien cierta influencia de las masas) que nos lleva a preocuparnos por cosas que jamás habíamos imaginado, creer historias inverosímiles o tomar decisiones impulsivas, empujados por la presión social.
¿A qué sicosis somos vulnerables los chilenos? ¿Qué rumores, historias o nuevos hábitos nos han hecho actuar como un simple rebaño de ovejas?
Jorge Andrés Salfate (de profesión publicista, ojo), a esta altura del partido ya es una marca registrada.Un doctorado en teorías conspirativas que incluye terremotos, ovnis y guerras mundiales, entre otros. Es el dolor de cabeza de la ONEMI, el número uno en la lista negra de Marcelo Lagos, y probablemente el niño bonito de los laboratorios que venden calmantes a la población.
Me cae muy bien Salfate y no tengo para nada personal contra él, pero siempre me he preguntado: si ese hombre sabe tanto de los desastres mundiales que vendrán, ¿por qué no vive en un bunker bajo tierra? ¿Debemos creerle sobre la fecha del fin del mundo a quien jugaba a las gomitas en Mekano? Preguntas que lanzo así, como que no quiere la cosa, a la mesa.
En septiembre de este año, después de que por más de siete años los expertos nos han repetido como loros que no se puede predecir un terremoto, un audio de ocho minutos comenzó a correr más que Forrest Gump por las redes sociales. Gente que me merece mucha autoridad intelectual los compartía sin pudor, y el tema comenzó a difundirse y a crear una sensación colectiva de miedo e inseguridad.
La cosa era así: según una “vidente”, entre el 28 de septiembre y el 8 de octubre tendríamos un terremoto grado 10 en la zona central del país, lo que generó una alarma falsa y peligrosa entre la población. Primero: sobrevivimos, eso ya es una buena noticia. Segundo: la ciencia ha sido muy clara al respecto y de hecho la Universidad de Chile desmintió el audio punto por punto, dejando en claro que el mensaje de la pitonisa era más falso que happy hour de Arturo Vidal con Claudio Bravo. Y tercero: si un audio no tiene nombres, ni fuentes confiables y comprobables, amigo/amiga piense con responsabilidad antes de reenviar. Está siendo cómplice directo de la ACC (Asociación de Chantas Chilenos).
Me contagié del virus delCybermonday. Lo reconozco públicamente. Sapeé en la web, vitrinineé y recibí muchos whatsapp ansiosos con ofertas y tiritones consumistas. No perdí la cabeza y cuando estuve a un punto de hacerlo me dije: “Magdalena todo el año hay ofertas… Magdalena, ¿necesitas una máquina para hacer waffles saludables con forma de corazón, por muy barata que esté?”. El ambiente de ofertón es power y no es fácil resistir estoica. Pero me cuestioné acerca de esa sensación como si estuviéramos en el final de los tiempos.
Lo mismo pasa en el día previo a un feriado, en donde la gente compra como si esperara al huracán Katrina (queridos es solo un día sin comercio). O, volviendo al tema de las sicosis en redes sociales, esos supuestos problemas con la bencina que en el 2015 hicieron que no pocos pajarracos estuvieran durante largas horas esperando para cargar con combustible sus autos. Y todo por un whatsapp de dudosa procedencia. Algo que me encanta de este tipo de mensajes, es que siempre son contados por el amigo del vecino de mi tía de segundo grado. Y no sé por qué los adultos seguimos creyendo en ellos. No se trata de andar de desconfiados por la vida, pero un poquito de espíritu de sospecha siempre hace bien.
Un joven de 17 años, se tomó la agenda noticiosa haciendo creer a todo Chile que la Virgen María se le aparecía en Villa Alemana y mandaba mensajes a sus compatriotas. Miles de portadas, investigaciones eclesiásticas y feligreses ávidos de ser testigos de tamaña escena, fueron la tónica de esa época. Fue un ejemplo claro de cómo el poder del rumor hizo estragos en una sociedad. No importó que desde chico a Miguel Ángel Poblete se le definiera como histriónico, que tuviera importantes antecedentes con las drogas y que incluso él mismo afirmara que el día de la primera “aparición”, había aspirado neopreno, que saliera de un pastel gigante para celebrar el cumpleaños de la Virgen, o que JUSTO antes de los supuestos prodigios, llegara un auto sin patente y con parlantes para poder escuchar mejor.
Nada de eso importó, y los 10.000 fieles llegaron igual,generandouna de las historias de histeria colectiva más impresionantes de las que Chile tiene memoria. La teoría que se maneja resulta mucho más creíble, y es que finalmente todo resultó ser una estrategia del gobierno de Augusto Pinochet para desviar la atención de las jornadas de protestas. Y Miguel Ángel terminó siendo un personaje de culto kitsch que tristemente murió hace unos años producto de cirrosis.
¿Mi conclusión? Pensar antes de hablar, investigar antes de repostear, medir antes de actuar. Que la ansiedad por compartir la “ultima papita” no nos tenga como responsables de daños a terceros, pánicos injustificados y pérdidas de tiempo que con solo una pizca de moderación, se podrían evitar.