Miércoles a las 12:30 pm., 29 grados en el centro de Santiago. Los rayos de sol azotan el pavimento de Plaza de Armas y las palomas andan más tontas que de costumbre. Aturdidas, cabizbajas, desplumadas. Pero la oleada de gente se ve ansiosa y copuchenta; haciendo una larga fila que dobla la cuadra.
¿La razón? En la propia Catedral de Santiago se está velando al antipoeta hasta las 21:00 hrs. Los restos ya inservibles del inmortal Nicanor Parra yacen en un ataúd de madera sencillo, rodeado por ramas de laurel, cubierto por una manta de parches coloridos cocidos a mano por su madre. Y así, Chile se despide en masa de uno de los mejores poetas de habla hispana de la historia.
"Voy & Vuelvo" descansa sobre su féretro y sus fanáticos, amigos y también los simples curiosos, se aferran a la idea cristiana de que ojalá ese artefacto no sea sólo una ironía del Parra, "ateo, gracias a Dios"; sino un atisbo de esperanza para creer en la resurrección de un irremplazable. Con la fe viva de que Parra va a levantarse, de que va a decir "se la creyeron" y de que va a vivir hasta que nos entierre a todos, porque después de vivir un siglo, Parra debiese volver a los 17.
Nicanor estaría contento. Murió el día en el que Piñera proclamaba su Gabinete, le robó el Trending Topic, opacando así los nombramientos, la política y sus formalidades de las que una y mil veces se rió. Consiguió dos días de duelo nacional y banderas a media asta. Y si bien sus "Últimas instrucciones" que escribió hace casi 50 años no se cumplieron en su velatorio en la Catedral (cómo se estaría riendo si hubiesen puesto la bacinica con flores sobre el cajón); su familia sí respetó sus últimos deseos:
No lo velaron en la Universidad de Chile. Murió en su casa en La Reina, como él quería, rodeado al aire libre por su familia, la que siguió sus verdaderas instrucciones. Y hoy, en nombre de todos los Parra, su hija Colombina amenazó por micrófono a las autoridades de la Catedral: si no tocan a Violeta Parra, la familia se retira inmediatamente del lugar… A los pocos segundos se escuchaba un tímido “Gracias a la Vida” por los parlantes.
En las primeras filas, su familia (hijos, sobrinos, nietos). A un costado sus grandes amigos y colegas; Jorge Edwards, Óscar Hahn y también José Antonio Viera Gallo. Y delante la presidenta Bachelet, Piñera y el ex ministro Cruz-Coke. Atrás, el pueblo, quienes tuvieron la oportunidad de acercarse y despedirse de esta leyenda; mientras su nieto Tololo leía un par de sus poemas y su hija Colombina entonaba un par de cuecas.
Su funeral se realizará mañana en Las Cruces, en una ceremonia privada en la Parroquia del pueblo, junto a su familia, tal como él lo había pedido; y sus huesos yacerán (con el permiso del Gobierno) ahí mismo, frente al mar y en la casa en la que vivía desde hace más de 20 años. Su familia lo despedirá a lo Parra, "bailando y cantando", como contó su sobrino Nano.
Y a lo mejor hasta en su lápida se respete también, con ironía, su epitafio: "De estatura mediana, con una voz ni delgada ni gruesa, hijo mayor de profesor primario, y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento, aunque devoto de la buena mesa. De mejillas escuálidas y de más bien abundantes orejas. Con rostro cuadrado, en que los ojos se abren apenas. Y una nariz de boxeador mulato, bajo a la boca de ídolo azteca. Todo esto bañado por una luz entre irónica y pérfida. Ni muy listo ni tonto de remate. Fui lo que fui: una mezcla de vinagre y aceite de comer ¡Un embutido de ángel y bestia!".
"El Último Apaga la Luz", es el título del último libro publicado por Parra (editorial Lumen). Y si bien efectivamente Nicanor fue el mayor y el último del Clan Parra inicial en dejar esta tierra, y que con él se completan las tres cruces de las que tanto hablaba (la muerte de Neruda, Huidobro y Parra); esperamos de corazón que esto no signifique que hasta aquí no más llega la buena poesía chilena.
Que su legado sea inspiración para que las nuevas generaciones de escritores tengan los cojones de Parra para remecer la poesía y la literatura, de romper cánones, dogmas y reglas lingüísticas, narrativas y sociales; y que cada día existan menos "tontos solemnes" y más "montañas rusas".
Esperemos que Nicanor ya se haya encontrado con su querida Violeta y con sus otros 7 hermanos, con su mamá Rosa Clara y con su papá Nicanor, y que hayan montado una carpa como la de La Reina. Invitando a Pablo Neruda, Víctor Jara, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Enrique Lihn, haciendo las paces con Gonzalo Rojas e incluso riendo con Pedro Lemebel; quien murió también un 23 de enero como Parra, y quien se caracterizó, al igual que él, por descolocar con sus crónicas, poesías y performances a una sociedad floja, cómoda y profundamente tradicional.
“Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. Al hueso, sin anestesia. Así fue siempre el irreverente pero asertivo Nicanor.
Sin duda una generación de oro cierra su ciclo con la partida de Parra. Pero sabemos que si algo hizo Nicanor fue volverse eterno e inmortal a través de su poesía; permitiéndonos encontrarlo una y mil veces entre sus páginas y cómo no, en los homenajes de cada uno de los Parra que quedan y que vendrán y que, con orgullo, tomarán las riendas de suceder y honrar al clan inicial. Así nos lo confirma hoy la hija de Violeta, su sobrina Isabel.
"Llore si le parece, yo x mi parte me muero de risa" "La muerte es un acto colectivo" "El ataúd lo cura todo"
Y llegó el día y así y todo te volviste inmortal. ¡Hasta siempre Hombre Imaginario!