Vivimos la vida a la velocidad de la luz. Muchas veces sentimos que corremos sin parar, que necesitamos una vida más tranquila, pero ¿les ha pasado que cuando tienen un momento para parar ya están planeando en qué aprovecharlo? Al menos a mí me pasa, tengo esa irrefrenable necesidad de hacer cosas que sé que me lleva a realizar mil actividades que me encantan y disfruto, pero si me dejo llevar por esa sensación, terminaré consumido, sin energías y sumergido en el stress. Por otro lado, sí he intentado frenar, dejar de hacer, utilizar mi tiempo libre para reponerme y nada más, y la verdad es que empiezo a bajonearme porque necesito estar en movimiento. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo satisfacer la necesidad de hacer y al mismo tiempo la necesidad de descanso en nuestro tiempo libre?
La tensión entre descansar y hacer existe en distintos grados. Algunos, como yo, necesitan hacer mucho y les cuesta parar. A otros les nace detenerse y lo que les cuesta es hacer. De todas formas, me imagino que la tensión siempre existe en algún grado, pues venimos biológica y evolutivamente programados para conservar energía, pero a la vez, para superar desafíos, produciéndose una tensión interna entre estas dos fuerzas que se contraponen y que a veces parecen incapaces de convivir en paz. ¿Qué podemos hacer para equilibrarlas?
La sociedad en que vivimos premia los logros y nos exige estar en todas. Es por eso que es bien visto excederse en hacer y no en descansar. Recuperar las energías a diario es algo que parece imposible y vivimos el año estresados planeando vacaciones a las que llegamos en un estado deplorable.Y la verdad es que muchas veces ni siquiera sabemos descansar. A mí me pasa, muchas veces decido tomarme un sábado de descanso y no sé que hacer con él.
Es sabido que un buen descanso no necesariamente significa tirarse en una cama sin hacer nada, que hay que hacer cosas, pero otras. ¿Cuáles? ¿Cómo logramos que hacer cosas constituyan un descanso? Luego de darle varias vueltas, para mí, las claves de un descanso sano son tres:
1.- Hacer lo que sintamos deseos de hacer en ese momento, por gusto y no por responsabilidad, ya sea salir con amigos, dormir, leer, caminar, pensar, etc.
2.- Realizar la actividad a la velocidad que queramos, aunque se vuelva absolutamente improductiva, pues es la única forma de que hacer algo se transforme en un descanso.
Estos dos puntos son importantísimos porque son los que hacen que nuestro cuerpo y nuestra cabeza descansen, recuperen su energía y se liberen del stress ¿Y el tercer punto? Para mí es el menos intuitivo, pero es muy importante ¿Te ha pasado que se termina el fin de semana o se acaban las vacaciones y piensas “¡Noooo! ¡Que espanto volver a mi vida!”? Esa sensación es tan terrible que puede llegar a arruinar todo lo descansado, pero existe una forma de atenuarla, y es ahí donde surge el último objetivo de nuestro descanso:
3.- Darnos espacio para mirar nuestra vida, replantearnos las cosas y decidir qué cambios queremos hacer en nuestro día a día.
Si dedicamos parte de nuestro tiempo de descanso a replantearnos la vida, pueden pasar dos cosas: o nos damos cuenta de que estamos llevándola bien, y volver no es tan terrible, o nos damos cuenta que necesitamos hacer un cambio en ella, y regresar significa poder poner esos cambios en práctica. Si vemos que todo está bien, entonces es mucho más fácil retomar la vida cotidiana sabiendo que avanzamos por las metas correctas. Ahora, si nos damos cuenta que queremos hacer un cambio ¿Qué más motivante que volver a la vida a implementar los cambios y hacerla mejor?
Para mí, la única forma de saber a qué velocidad vivir mi tiempo libre es escuchando por igual al Alfredo que quiere parar y al Alfredo que quiere correr. Es imposible tenerlos a los dos 100% felices, así que estoy obligado a hacer que lleguen a acuerdos. No es algo fácil, porque no existe una fórmula, sino que implica estar haciendo ajustes a la vida constantemente, pero son esos ajustes los que nos darán luces de cómo mejorar nuestra vida. Si el que quiere correr ya no habla y el que quiere parar vive gritando desesperado por que lo escuchen, entonces algo no está equilibrado en nuestro día a día.
Un tiempo de descanso bien empleado es una excelente guía para saber cómo nos gustaría vivir nuestra vida. Tratando de implementar pequeños cambios para que nuestra vida cotidiana se parezca cada día más a nuestro tiempo de descanso. Ahora, encontrar qué pequeños cambios hacer es todo un trabajo. Y lo más irónico es que el mejor momento para realizar ese trabajo es durante nuestros descansos.